lunes, 18 de mayo de 2009

Los prostituidores

na reunião de quinta-feira 14 de maio falamos sobre este texto que a Cris nos trousse.

Mª José Barahona Gomariz
Profesora Titular Escuela Trabajo Social –U.C.M.-

El contenido de mi exposición tiene como eje central a los prostituidores, es decir, los sujetos que pagan en el mercado prostitucional por/para obtener placer. Esta es una aproximación amplia que nos sirve de plataforma para la delimitación, para la concreción de quiénes son, qué piensan y por qué lo hacen.

Toda explicación que se puede hacer de los prostituidores queda resumido y evidenciado en el uso de los términos empleados en prostitución. Así, tradicionalmente se han denominado cliente y prostituta, puta, ramera,..... ¿Cómo puede ser que dos personas involucradas en un mismo acto tengan distinto reconocimiento social?. Así es, el mal llamado hasta ahora cliente, que no es más que un eufemismo que oculta el verdadero hacer, es reconocido en su necesaria existencia pero invisibilizado en su responsabilidad y desprovisto de condena social; en cambio la otra parte, la mujer en prostitución ha sido y es estigmatizada, visibilizada como responsable y condenada socialmente. ¡¡ Cómo cambian las cosas según de quien se trate!!!!, No, cómo cambian las cosas según se sea varón o mujer.

¿Por qué identifico al prostituidor con un varón y a la persona en prostitución con una mujer?. Porque esa es la realidad mayoritaria de la prostitución y además porque este tipo de prostitución revela el papel fundamental de la mujer como objeto sexual en sociedades sexistas de pauta patriarcal.

¿No es en sí misma esta terminología la evidencia de una violencia simbólica?. Explica Bourdieu la permanencia y la reproducción de las relaciones de dominación, de sus privilegios y sus injusticias por la violencia simbólica que se ejerce sobre los dominados y que hace aparecer como aceptables unas condiciones de existencia absolutamente intolerables. Define la violencia simbólica como “esa violencia amortiguada, insensible e invisible para sus propias víctimas, que se ejerce esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación y del conocimiento (...) del reconocimiento o, en último término, del sentimiento”.

Kathleen Barry sostiene que la prostitución es una construcción social reveladora de prácticas, ideas, actitudes y comportamientos que desconocen los derechos humanos y son parte de una organización social destinada a perpetuar la dominación del varón sobre la mujer, y de los que tienen más medios sobre los desposeidos.

Esta es la clave que descifra el ser y hacer de los prostituidores. La prostitución es una construcción social de los varones asentada en la desigualdad de género como una forma de expresar, de poner en práctica ideas, actitudes y comportamientos.

La desigualdad de género se sustenta en la diferencia biológica, de sexo, y sobre ella descansan entre otras cosas la sexualidad. Históricamente se han determinado comportamientos sexuales intrínsecos según se fuera varón o mujer, así, a los varones se les ha otorgado, mejor dicho, de forma más correcta, los varones se han otorgado con legitimidad social la “necesidad fisiológica sexual” que implica, según la definición del propio termino necesidad un impulso irresistible que hace que las causas obren infaliblemente en cierto sentido o aquello a lo cual es imposible sustraerse, faltar o resistir. Con ello se ha biologizado lo cultural, es decir, la sexualidad masculina se ha explicado y justificado por el modelo esencialista que sostiene que la sexualidad está predeterminada por la biología: la genética, las hormonas y por extensión, la anatomía y la fisiología corporal. Así, los actos sexuales son ante todo actos “naturales” y esa es precisamente la legitimidad que la sociedad ha otorgado, pero la sexualidad es una construcción social que demanda la culturalización de lo biológico.

Bajo esa idea de “necesidad fisiológica sexual masculina” se ha promovido la puesta a disposición de los varones de unos contingentes de mujeres que según cada época ha respondido a unos intereses.

¿Quién es prostituidor?, es aquel varón que paga por el uso/abuso de la genitalidad de la mujer u otras partes de su cuerpo a fin de obtener placer, dentro de una prostitución entre adultos heterosexuales. Placer que instrumentalizado a través del sexual es en simultáneo o en primacía psicológico. Placer psicológico en el ejercicio del poder en una situación asimétrica, estando caracterizada porque el ser prostituidor es una opción mientras que el ser mujer prostituida es una obligación, o para aquellos que les suene totalitarista, el ser mujer prostituida tiene un grado mínimo de voluntad, de libertad, es una voluntad restringida delimitada por coacciones (estructurales, microsociales y/o individuales), y por tanto, la acción se convierte en forzada/forzosa.

El prostituidor está desprovisto de estigmatización social en el sistema prostitución porque su conducta está naturalizada, biologizada por su “necesidad sexual”. Ésta es la piedra angular para entender su invisibilidad, les hemos convertido en víctimas, en víctimas de su naturaleza y por lo tanto les hemos quitado la responsabilidad de sus actos, no pueden controlar las respuestas que producen sus hormonas, su bioquímica, la rebelión interna de sus espermatozoides.

Joseph Vicent Marqués nos señala que “el cliente es una figura que se da por supuesto, pero del que poco se habla ¿por qué?, porque cae dentro de las expectativas de la conducta masculina (...) existe una variedad de actitudes sociales ante el asunto, pero la tolerancia hacia el cliente prevalece sobre las demás”.

Bueno, ésta ha sido la tradición heredada culturalmente creada por las sociedades patriarcales, los mitos y leyendas construidos para reproducir y reforzar la defensa tradicional de la supremacía masculina basada en el razonamiento determinista biológico, en la interpretación interesada del dimorfismo sexual, en el que se ha incluido también la esfera de la sexualidad. Es la justificación a los actos de los dominantes.

No hay nada más planificado, voluntario y racional que la conducta del prostituidor, ¿por qué? Porque su conducta está limitada por factores externos, estos factores son fundamentalmente dos, la disposición de tiempo y de dinero, con ello ya podemos proceder a la acción que variará en función de la tipología de prostitución seleccionada, medio abierto y medio cerrado. ¿Es entonces la conducta del prostituidor natura o nurtura?, es claro que no es innata sino adquirida, no es necesidad sexual diferenciada sino voluntad individual.

Es precisamente la voluntad individual la que impide la tipologización del prostituidor, no hay rasgos característicos ni definitorios que nos permitan hablan de la categoría prostituidor. Si realizamos una sencilla operación matemática podremos comprobarlo cuantitativamente.
A Cojamos la cifra en que se cuantifica el número de mujeres prostituidas en España (es aproximada): 300.000
A Multipliquémosla por tres servicios diarios cada una: 900.000
A ¿Cuántos servicios en una semana? (vamos a multiplicar solo de lunes a viernes ya que los fines de semana disminuyen): 4.500.000
A ¿Cuántos servicios al mes?: 18.000.000
A ¿Cuántos servicios al año? (quitando fiestas, Semana Santa, vacaciones de verano y Navidades, son diez meses): 180.000.000

Escalofriante ¿no?, entonces ¿hay una tipología de prostituidores?. No. Cualquier hombre es un potencial prostituidor.

No hay nada más cultural que la conducta del prostituidor, transmitida, aprendida e integrada en su repertorio de conductas, porque se han socializado con la tradicional ideología masculina. Su conducta está tan integrada que ha pasado a formar parte del mundo del trabajo y del ocio. Del trabajo porque parece que es la rúbrica a un contacto empresarial o la firma de un negocio. De ocio porque se ha integrado dentro de la ruta del ocio como un elemento más, necesario para el disfrute del tiempo libre. Pero esta conducta tiene una característica, es silenciada en el entorno más próximo, es comentada y compartida exclusivamente con los que se saben prostituidores activos, la experiencia pasa a ser un elemento integrador grupal, de pertenencia, se comparte esa experiencia transgresora, pero aún cuando se comparte, la realidad se deforma, se informa de las consecuencias (fue divertido, la mujer era... hicimos... me hizo... sentí... me entraron... duró...) y no de las causas, se comparte el exterior y no el interior, la masculinidad y no la individualidad.

La conducta del prostituidor responde al Síndrome de The Centerfold, este síndrome es una penetrante distorsión en la forma en que los hombres aprenden a pensar sobre las mujeres y la sexualidad. No es un síndrome clínico formal. Tiene cinco elementos: voyeurismo, cosificación de las mujeres y sus cuerpos, validación de la masculinidad, trofismo (comparación de la masculinidad con otros hombres) y miedo a la intimidad.

Ahora voy a parar, ya no voy a ser yo la que hable sino ellos, los prostituidores, a los que hemos entrevistado para conocer su ser y hacer. Pero antes un dato más para acercarnos en la imaginación a la realidad, para entender la esencia, de qué se trata.
En la investigación realizada sobre el prostituidor hicimos 100 observaciones, es decir, observamos a cien prostituidores que habían elegido la prostitución en medio abierto y sólo quiero revelar un dato, la duración del contacto. La moda son 5 minutos, es decir, es el valor más repetido de la muestra, el tiempo de duración del contacto sexual que ha empleado el mayor número de personas.

De las entrevistas en profundidad estructuradas mantenidas con 15 prostituidores, uno de los primeros aspectos que nos sorprendió es que ante la pregunta general de opinión ¿qué piensas sobre la prostitución?, todos manifestaron una actitud más que una opinión. Una actitud de defensa del “yo como prostituidor”, sus respuestas han sido sus justificaciones, así las podemos agrupar en dos fundamentalmente:
A se justifica su “hacer” porque otros están, y además están de manera libre, como un trabajo más, es una opción laboral que la mujer elige libremente para vivir, es un derecho de las mujeres.
o “Yo veo bien que se ganen la vida de alguna manera, sin hacer daño a la gente claro, porque yo no veo que hagan daño a la gente ni a nada” (Antonio, 54 años, divorciado, con tres hijos, con pareja en la actualidad, se inicia sexualmente a los 19 años con una mujer prostituida en un club. Ahora su tipología principal de prostitución es abierta y acude tres veces al mes)
A se justifica su “hacer” por ser el propio prostituidor una víctima de su condición de hombre, por ser dependiente de su naturaleza (necesidad sexual) y no de su voluntad.
o “La prostitución es absolutamente necesaria. Es algo absolutamente necesario en esta sociedad y en las futuras, puesto que evidentemente si no existiera prostitución vendrían graves consecuencias de represión psicológica (...) los hombres tienen unas necesidades fisiológicas muy fuertes, la eyaculación” (Jose Luis, 56 años, divorciado. Acude por primera vez a la prostitución a los 25 años. Hoy su tipología de prostitución es cualquiera, acude dos veces a la semana)

Cuando les preguntamos la opinión sobre ellos como clientes y sobre los otros clientes, todos han calificado y clasificado a los clientes, han diferenciado entre “malos clientes”, en donde están los otros hombres, y “buenos clientes”, en el que se incluye siempre el entrevistado.
o “Pues hombre hay auténticos cerdos, yo no, (...) Hay auténticos cerdos que utilizan los servicios de estas personas y estas personas tienen su dignidad, esta gente que ejerce la prostitución” (Fernando, 50 años, casado y con un hijo. Su primer contacto con la prostitución es a los 27 años. Utiliza la prostitución cerrada, acude tres veces a la semana)
o “Hay personas que son prudentes y vienen aquí a desahogarse como Dios manda y...hay otros que vienen aquí nada más que... ha hacer sufrir a las personas, que es muy diferente venir aquí a desahogarse y otros que vienen aquí a hacer perrerías” (Jorge , 77 años, acudió por primera vez a los 18 años. Su preferencia en tipología es abierta y su frecuencia ‘cuándo puede porque el aparato está hecho polvo’, acude con un sobrino)

Curioso fue encontrar que la mayoría de los entrevistados identifican el ejercicio de la prostitución “obligado” a la condición de ser mujer inmigrante, no aceptan el tráfico y declaran no haber estado nunca con mujeres traficadas a pesar de haber estado todos con inmigrantes. Aquí están algunas respuestas, curiosas, contradictorias todas ellas:
A “Yo normalmente prefiero extranjeras, me gustan las rusas, las ucranianas, subsaharianas, marroquíes, colombianas, brasileñas (...) no, no he estado con mujeres traficadas” (Pedro, 47 años, separado pero en la actualidad con pareja estable, conviven. Su primer contacto es a los 34 años. Acude con una frecuencia de dos a cuatro veces al mes, a cualquier tipología de prostitución)
A “De las chicas que hay aquí en la Casa de Campo ninguna está traficada, no, porque yo conozco a esas mujeres, yo conozco a estas polacas que yo las veo buenas chicas” (Jesús, 40 años, soltero sin pareja. Se inicia en el contacto con la prostitución a los 23 años. Prefiere la prostitución en medio abierto y acude una vez al día)
A “Yo hablo mucho con ellas y tal, de muy buena onda, y muchas veces lo que me dicen es que pues que vienen...bueno son muy reacias a hablar de ello, muy, muy, muy reacias porque tienen miedo de verdad, pueden llegar a enseñarte lesiones y todo, patadas en el vientre y barbaridades” (Juan, 31 años, soltero sin pareja. Se inicia en el contacto a los 27 años. Acude a prostitución cerrada una vez al mes)
A “Hay unas que están obligadas a hacerlo por las mafias que hay y las historias que hay (...) yo les pregunto mucho y me dicen que las obligan, tiene que pagar lo del viaje que les ha costado venir aquí o lo que fuera y ya está, tienen que hacerlo por cojones” (Alejandro, 32 años, separado, sin pareja. Se inicia a los 16 años. Prefiere la prostitución abierta y acude cada quince días)

Si una de las razones de ser prostituidor es la ausencia o insatisfacción sexual, oigamos que dicen de ello:
A “Yo no he sentido un placer especial haciéndolo con una prostituta....lo único que la prostituta te ofrece un tipo de servicios que tu novia no está dispuesta a hacer” (Javier, 35 años soltero, sin pareja. Se inicia a los 35 años. Prefiere la prostitución cerrada, acude una vez por semana)
A “Una mujer que no se dedica a la prostitución y eso, pues lo haces con ella y...lo haces mejor que con estas, está más claro que el agua, lo haces más a gusto, más todo (...) Es preferible estar con una de las otras antes que con una de estas (...) te da otra satisfacción estar con una mujer que no es prostituta que estar con una de la calle “ (Jesús, acude una vez al día)
A “Siempre ha sido más satisfactorio con alguien por cariño, he tenido siempre mucha más satisfacción y me han enseñado más cosas de eso (...) hoy en día las prostitutas de sensibilidad y artes amatorias no tienen ni idea” (Pedro, dos a cuatro veces al mes)
A “Es menos placer con una chica de éstas porque no...no puedes ni besarla, ni la puedes agarrar. No, no son cariñosas” (Alejandro, cada quince días)

Sobre el daño derivado del ejercicio de la prostitución:
A “Está bien que la persona cobre por prestar unos servicios, aunque haya muchas veces que lleguen a otras secuelas bastante negativas o destructivas, incluso hasta la muerte”. (Carlos, acude con una frecuencia de tres veces a la semana)

A “Me ha pasado de ponerme en el papel de ella y entonces no se me sube ni de coña, por eso normalmente vas bebido, pierdes un poco la conciencia pues te pones..., hombre, algunas si las vemos alegres y contentas y tal, porque son realmente profesionales y no se les nota, pero te imaginas...es una situación humillante, no?, es humillante, o sea, entonces prefiero no ponerme en el papel de ellas porque entonces no doy pie con bola”. (Pedro, acude con una frecuencia de dos a cuatro veces al mes)

Elección de la mujer prostituida.
A “No hay nada más excitante que poder encontrar una chica con la clase de atributos físicos con los que sueñas”. (Pepe)

A “Les miras la cara y luego el culo”. (Andrés)

A “Las elijo por las características del anuncio, por lo que pone del cuerpo, medidas de pecho... la edad”. (Julio)

A “Busco tener un buen sexo con jóvenes atractivas”. (Antonio)

A “Me gustan jóvenes, hasta un máximo de 25 años, claro, pero he estado hasta con personas de 50, pero... me quedo hasta el tope de los 25 que es el que mayor prototipo de absorción tiene porque es más fácil de adaptar a la prostitución”. (Vicente)

Valoran como negativo las circunstancias en las que las mujeres ejercen la prostitución, pero ellos sin embargo, mantienen su acción como clientes, sin renunciar a acudir a la tipología de prostitución con la que se muestran en desacuerdo.
A “En las plazas, eso es fatal, eso es como si fuera un rodeo de ganado y eso es otra de las cosas que tienen que estar prohibidas. Insisto, la mujer que se dedica a la prostitución es buena gente y hay que tenerla respeto (...) cuando voy doy una vuelta a la plaza de toros y entonces, bueno, pues elijo una chica... me voy a tomar una copa con ella, y allí empieza el punto, si es agradable, si intercambiamos impresiones... si ya hemos hablado las cosas pertinentes, subimos ”. (Fernando)

A “Cuando vas a un piso y la encargada te enseña las chicas para que elijas con la que quieres tener contacto me siento igual que en el mercado que el comprador va a elegir la pieza que se va a llevar a casa o la pieza que compra para lo que sea, es el momento más desagradable e incluso es tan desagradable que preferiría que cada vez que voy hubiera una sola chica para no pasar por el mal trago de tener que elegir la carne fresca”. (Javier)

¿Por qué?
“Porque ejerces una parcela de poder, cuando tú estás ante una mujer joven (...) A mi edad ya me correspondería una maruja de 50 años y de repente se encuentras en tus manos una periquita de 25, hermosa, durita, etc.” (José Luis)

Con esta breve exposición y sus voces podemos comprobar las contradicciones de su pensamiento y conducta.

Sólo una reflexión para finalizar, si los prostituidores manifiestan que en el encuentro con una mujer prostituida se saben engañados por ellas respecto a sus sentimientos, placer sexual y halagos hacia ellos, si además el contacto es efímero, si ellos se saben no exclusivos, si el sexo lo disfrutan más con las “otras”, si no las encuentran como “maestras” en la disciplina sexual, si......... ¿por qué hay hombres prostituidores?.


Según señala Leonor Nuñez, no se trata de una relación mercantil con un cliente a quien se presta un servicio, sino del consumidor de un bien, siendo el bien consumido la persona prostituida, una mujer en prostitución, una mujer, un ser humano.

1 comentario:

Cliente X dijo...

Hola, muy buenas. No hablo portugués pero supongo que más o menos me entenderás si has podido leer la comparecencia de la señora Barahona.

Mira, si además de criticar a los clientes de la prostitución quieres conocer a uno puedes hacerlo entrando en mi blog:
http://barriorojo-esl.blogspot.com/

Estaría encantado al contar con aportaciones de abolicionistas, así que estoy entrando en todas vuestras webs para iros invitando. Puedes pasarle el mensaje a tus amistades.

Un saludo.