viernes, 29 de mayo de 2009

Hay - por Valeria Flores


Hay mujeres lesbianas
Hay feministas lesbianas
Hay lesbianas feministas
Hay lesbianas no mujeres
Hay trans lesbianas
Hay lesbianas femeninas
Hay lesbianas masculinas
Hay travestis lesbianas
Hay lesbianas andróginas
Hay lesbianas que usan dildo
Hay lesbianas que no usan dildo
Hay lesbianas que tienen sexo con mujeres
Hay lesbianas que tienen sexo con lesbianas
Hay lesbianas que tienen sexo con travestis
Hay lesbianas que tienen sexo con gays
Hay lesbianas intersex

Hay multiplicidad de formas y expresiones de habitar lesbiana
Hay para quienes es una práctica sexual
Hay para quienes es una preferencia sexual circunstancial
Hay para quienes es una orientación sexual
Hay para quienes es una identidad erótica
Hay para quienes es una identidad política
Hay para quienes es una identidad sexual
Hay multiplicidad de formas y expresiones de pensar lesbiana

El problema es cuando se quiere subsumir un vasto y complejo repertoriode modos de existencia, bajo una categoría monolítica y binaria como mujer
El problema es cuando el binarismo de género domina la perspectiva degénero
El problema es cuando se impone una representación hegemónica del sujeto de la política feminista
El problema es cuando se considera a “las feministas” un nosotras unívoco y genital
El problema es cuando el movimiento feminista silencia estas discusiones
El problema es cuando el movimiento feminista la ubica como una discusión secundaria
El problema es cuando el movimiento feminista asume la heteronormatividad como rectora de las políticas que impulsa
El problema es cuando se desconoce la violencia de toda operación de nombrar al otrx
El problema es cuando un movimiento emancipatorio patrulla sus fronteras para vigilar el cuerpo de la lucha
El problema es cuando el movimiento feminista ignora la potencialidad política de las fugas de las narrativas normativas de la sexualidad
El problema no somos las lesbianas que no somos mujeres, el problema escuando quieren hacer de nosotras una discusión innecesaria

valeria flores

miércoles, 27 de mayo de 2009

Preámbulo del libro Ideas Feministas Latinoamericanas

.
.

Francesca Gargallo


mais fotos: http://www.flickr.com/photos/marianapessah/sets/72157604154930175/




IDEAS FEMINISTAS LATINOAMERICANAS
(Segunda edición revisada y aumentada)



Este texto será trabalhado na reunião do grupo mulheres rebeldes no dia quinta-feira 28 de maio.


este libro fue ditado por la UACM en México, 2006 y por El perro y la rana, en Caracas, 2006.


Preámbulo

Una pregunta deambula, siempre presente pero poco tangible, como un fantasma por estas páginas. Una pregunta vaga y una pregunta íntima: ¿Por qué?
¿Por qué, en la década de 1990, el feminismo latinoamericano dejó de buscar en sus propias prácticas, en su experimentación y en la historia de sus reflexiones, los sustentos teóricos de su política? ¿Por qué aceptó acríticamente la categoría gender-género para explicarse y la participación en “políticas públicas” como solución a la crisis del movimiento, según lo exigía la cooperación internacional? ¿Por qué se relaciona con la pérdida repentina de la criticidad y de la radicalidad feminista latinoamericana y se acompaña con el descrédito del activismo como instrumento de conocimiento de la propia realidad y del cambio democrático?
No soy una socióloga, soy una historiadora de las ideas: que el feminismo latinoamericano, buscando fondos para sostener e impulsar actividades de apoyo a las mujeres, no se dio cuenta de cómo era reciclada su autonomía, mediante la dependencia económica de los financiamientos provenientes de las grandes instituciones internacionales y de la cooperación de partidos políticos y de los Estados, es una explicación que no termina de convencerme, aunque sea parcialmente cierta.[1] Hay algo más. Algo que recogí de mis propias dudas y de los malestares intelectuales y vitales de otras: filósofas, sociólogas, economistas y, también, jóvenes mujeres atraídas por el componente libertario de la comunidad entre mujeres del feminismo y algo asqueadas por las prácticas de esas expertas en políticas de género, perdidas en la elaboración de informes, privadas de su autonomía de pensamiento y limitadas en sus cuestionamientos al orden vigente: mujeres que fueron feministas y ahora están perdidas de sí, fuera de sí, fuera de su historia.
En la década de 1990 ya se había cumplido la readecuación tecnológica que se inició con la gran crisis del capitalismo de 1973 y que llegaría a rediseñar el mapa del poder en el mundo a través de la modificación de los paradigmas industriales de producción; a la vez, se habían asentado los conceptos de mercado y democracia como mecanismo de control político y económico mundial, y se fortalecía la validación ideológica de la globalización, que en la década de 1980 hizo creer al poder hegemónico que podría avanzar sin fin. A la vez, esta década demostró que la validación del poder militar sería un eje del derecho de quien lo dominara. La nueva economía de mercado, que se centra en la producción de ganancias, de acuerdo con las nuevas pautas tecnológicas, dio validez a una militarización que apuntaría a blancos ecológicos impensables dos décadas antes, para controlar militarmente lo espacial (cielo, mar y tierra), así como los legados históricos de cada pueblo y cada comunidad (seguramente excluidos de la historiografía oficial, pero no de la conciencias de resistencia de los pueblos y colectivos autónomos).
En la década de 1990, los golpes recibidos por las posiciones ideológicas y políticas críticas al capitalismo no habían sido asimilados; las feministas -como muchos otros colectivos- estaban desmoralizadas y su línea mayoritaria se dejó seducir por las promesas de la democratización funcional capitalista. No obstante, se estaban gestando la voz de antiguos movimientos y nuevas reflexiones acerca del poder destructivo del capitalismo globalizado que demostrarían una vez más que el poder avanza hasta donde puede, es decir que los concretos sujetos históricos constituyen uno de sus límites: en 1994, el movimiento indígena zapatista y, en 1999, el surgimiento de un movimiento mundial contra la globalización plantearon formas de rearticulación anticapitalista de colectivos, individuos, pueblos marginados y grupos autónomos.
Estoy segura de que todo pensamiento complejo se elabora siempre a partir de formas de pensar la realidad que son más simples, cotidianas: cómo percibimos el bien y el mal, la justicia y su falta, las necesidades y las formas de satisfacerlas, las y los demás en relación con nosotras. Ninguna comunidad ha elaborado de forma idéntica las ideas acerca de su realidad concreta, por lo tanto todas han elaborado lógicas -entendidas en su sentido común, de origen aristotélico, de ciencias de la demostración y el saber demostrativo- diferentes entre sí. Pueden coincidir sobre algunos aspectos fundamentales, pero ninguno de estos aspectos puede ser considerado universal por una de ellas sin que las otras participen de la elaboración de la idea de universal, so pena de convertirse en una lógica impositiva, un saber demostrativo-argumentativo que explique lo que no le es propio, según las elaboraciones más simples de su realidad: un saber que coloniza el espacio del pensamiento de las otras culturas.
Las feministas conocemos muy bien el mecanismo. Los pueblos que fueron occidentalizados también. Hoy en día, las mujeres y los hombres de Palestina lo sufren en carne viva. Puede que no sepamos expresarlo siempre, o que no queramos hacerlo con los instrumentos intelectuales heredados por el patriarcado, pero sentimos en la piel lo que significan los siglos durante los cuales ser humano se dijo hombre y lo universal se identificó con un humanismo masculino y excluyente. Sabemos también qué nos ha dejado de positivo, para nosotras cuando nos encontramos entre nosotras y lo nombramos y lo reconocemos como fuerza, haber resistido al intento de desaparición y anulación de nuestra autoridad por el poder de las lógicas masculinas. Fátima Mernissi lo describe de forma lapidaria: “El hecho de estar excluida del poder da a la mujer una increíble libertad de pensamiento”, aunque agrega: “desgraciadamente acompañada de una insoportable fragilidad”.[2]
Durante los últimos doscientos años, las mujeres se han esforzado por obtener acceso a lo universal. El feminismo es una corriente política de la modernidad que ha cruzado la historia contemporánea desde la Revolución Francesa hasta nuestros días, aunque tiene antecedentes que pueden rastrearse en los escritos de la Edad Media y el Renacimiento.
Al estallar la revolución Francesa en 1789, muchas mujeres subieron a las tribunas abiertas al público y participaron de los debates políticos, pero se les impidió formar parte de la asamblea y se les negaron sus derechos públicos en nombre de supuestos “roles naturales” que los sexos debían cumplir. En respuesta a esta actitud sexista, Olympe de Gouge escribió su famosa Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791) y muchas mujeres se inscribieron en “clubes”, nombre que significaba aproximadamente “partidos políticos”, femeninos: el Club de las Ciudadanas Republicanas Revolucionarias, compuesto por militantes populares y la Sociedad Patriótica y de Beneficencia de las Amigas de la Verdad, fundado por Etta Palm para ocuparse de la educación de las niñas pobres, defender los derechos políticos de las mujeres y reclamar el divorcio, fueron los más famosos. En 1792, Pauline Leon organizó una guardia nacional de mujeres, alegando que ellas no querían sentirse excluidas de la organización armada del pueblo soberano, por ser ésta un fundamento de su ciudadanía. La Constitución, que la Convención aprobó el 24 de junio de 1793, las excluyó llanamente de la problemática del poder, la ciudadanía y la legalidad de los derechos entre los sexos, reconociendo como sufragio universal sólo al masculino. En 1795 el machismo de Estado fue más lejos y prohibió la reunión de más de cinco mujeres en la calle bajo pena de arresto.
En la cercana Inglaterra, la escritora liberal Mary Wollstonecraft publicó, en 1792, un pronunciamiento contra la exclusión política de las mujeres en la Revolución Francesa que inspiró a las futuras generaciones de feministas y que introdujo la problemática a la lengua inglesa: Reivindicación de los derechos de la mujer. Desde entonces hasta principios del siglo XX, las mujeres de Europa, América (anglosajona y latina) y Oceanía libraron muchos combates para lograr fundamentalmente la igualdad jurídica, política y económica con el hombre; sin embargo, en muchos países fueron brutalmente sometidas y en otros, particularmente los latinoamericanos, atraídas por liberales y revolucionarios que les prometieron lo que nunca les cumplirían. Los movimientos feministas se manifestaban, reclamaban y se aliaban con esas fuerzas políticas que las respaldaban, fueran éstas liberales, anarquistas o socialistas, pero en la práctica sólo el desarrollo de su propio movimiento les garantizó el éxito.
En 1868, en Estados Unidos, las mujeres que habían participado en la asociación antiesclavista y por la igualdad de derechos de los hombres y mujeres negras fundaron la Asociación Nacional pro Sufragio de la Mujer. En 1891, en Alemania, el Partido Socialista inscribió en su programa la igualdad de los derechos de los hombres y las mujeres bajo una forma legalista y limitada, por lo que Clara Zetkin editó el periódico La Igualdad, en el cual se expresó el feminismo socialista durante años. En México, se efectuaron en enero y noviembre de 1916 los dos primeros congresos feministas del país en Mérida, Yucatán, recogiendo la experiencia de las maestras anarquistas y de las mujeres que se organizaron, desde fines del siglo XIX, alrededor de demandas liberales de igualdad entre todos los seres humanos: intelectuales, abogadas y sufragistas (esto es, mujeres organizadas para la obtención del sufragio femenino).
Durante todo el siglo XX, el feminismo fue un movimiento activo, fundamentalmente pacifista, internacionalista y progresista, que organizó la resistencia al fascismo en Italia, Alemania y España, que se consagró a la defensa de los derechos de las trabajadoras y de las mujeres en general (bienestar de las obreras, asignaciones familiares, igualdad de condiciones de trabajo para ambos sexos, defensa de los hijos de madres solas, derecho de la casada a conservar su nombre, su nacionalidad y su patrimonio). Pero cuando, después de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los países concedieron el voto a las mujeres, el movimiento pareció tener un repliegue porque había perdido su principal reivindicación. A la vez, el retorno en masa de los hombres a los puestos de trabajo, y su reciclaje de lo militar a lo civil, fue acompañado de campañas de Estado, despidos masivos, propaganda y un uso policiaco de los descubrimientos médico-psiquiátricos para imponer a las mujeres el regreso a su “lugar natural”: el hogar.
La década de los sesenta fue tumultuosa y provocó muchos desafíos a la organización social del mundo de la posguerra, así como a las ideas que la sustentaban. En ese entonces, el movimiento feminista resurgió con un nuevo empuje, definiéndose como un movimiento de liberación de las mujeres, enarbolando ya no el ideal de la igualdad con el hombre, sino el derecho de las mujeres a ser ellas mismas sin mirarse en el espejo deformante de los hombres, que ya no eran sus modelos, ni en el rol de víctimas sumisas ligadas al mundo de la reproducción de seres humanos y de la reposición económica de la fuerza de trabajo. Llevaron el debate sobre la vida privada a la política, emprendieron acciones ante los poderes públicos, los medios de información y las universidades para cambiar la imagen sexista de las mujeres, para obtener el derecho al aborto y para abolir la discriminación en el empleo.
La primera organización se dio en pequeños grupos de autoconciencia, donde las mujeres estrenaron el diálogo entre sí como una forma de apropiarse del lenguaje y del espacio de la política. Luego se organizaron en asociaciones y grupos para hacer política desde reivindicaciones concretas. Finalmente, se reunieron en redes y asociaciones mayores, aunque siempre sostuvieron una posición de autonomía con respecto a los partidos políticos masculinos, los gobiernos y los organismos internacionales. De hecho, la autonomía política de las mujeres es un rasgo distintivo del movimiento feminista. En eso, hasta los noventa, coincidían todas las formas feministas del movimiento de liberación: liberales, socialistas, radicales, de la diferencia sexual y académicas.
En su búsqueda de la igualdad de derechos, las mujeres organizadas han sido ridiculizadas, menospreciadas, asesinadas. Pero desde hace una década, de repente, parece que la igualdad está al alcance de sus manos. Personajes cinematográficos de mujeres peleadoras, amazonas en la televisión, ministras de estado, presidentas de corporaciones financieras: la imagen está creada. Pero no, la universalidad les está vedada; su diferencia sigue visualizándose como contingente, anecdótica, no constitutiva de la humanidad.
“Se pretende que somos convocadas a los espacios sociales en tanto iguales, se asume que no existen diferencias; más aún, a esta noción se le valora como la más progresista de todas y así, una y otra vez, nos vemos compelidas a incorporarnos, escindida y frustrantemente, a un universo de racionalidad masculina”.[3] Quien escribe esto, una física mexicana procesada por alzamiento armado en Bolivia, Raquel Gutiérrez Aguilar, ha creído en algún momento de su vida en la universalidad de las aspiraciones políticas masculinas; la crisis de la misma la ha elaborado durante cinco años de cárcel.
A los pocos meses de haber leído sus palabras, en Panamá, frente a una copa de vino, la filósofa Urania Ungo me dijo: “Estoy cada día más convencida de que citar es un hecho político. Las feministas latinoamericanas en nuestros escritos no nos citamos a nosotras, recurrimos a la autoridad exterior para justificar nuestro pensamiento. Pero la autoridad es siempre política”.
Muchas otras frases recogidas en diferentes espacios han despertado mi pregunta fantasma. Las de una muchacha del Movimiento de los Sin Tierra de Brasil, uno de los más claros desde la perspectiva de la crítica a los criterios de la globalización en el uso de la tierra y, al mismo tiempo, de los más patriarcales del continente, arguyendo que el feminismo en Latinoamérica había fracasado porque sigue sosteniendo que la única realidad de las mujeres es la opresión social; consecuentemente, para sanar esa situación unívoca, ha enfocado su mirada en la búsqueda de los financiamientos europeos y, por lo tanto, debe ofrecer a sus “amos” una América Latina demasiado parecida al esquema que la financiadora desea recibir.
Las palabras de una mujer maya tzeltal que me pidió que me fuera de su pueblo, que yo tampoco entendería por qué ella prefiere soportar el maltrato masculino engendrado por el poder (la posesión) sobre las cosas y quedarse, a cambio de ello, con la autoridad que le viene de estar sosteniendo cada día el mundo con sus pies descalzos sobre la tierra y la voz con los suyos. El gesto de una joven madre de tres hijos, en la Ciudad de México, que sostenía su cabeza vendada a la salida del hospital y la idea de que es inútil denunciar la violencia doméstica porque la policía es demasiado “mala” en sus preguntas y sus consejos: “¿No lo habías atendido bien? Prepárale una buena cena y verás que todo se arregla”. Una estudiante golpeada en Cancún por participar en una manifestación contra los criterios de la mundialización económica, afirmando: “Esta globalización es como el machismo, quiere que la creamos necesaria y hasta pretende que sea justa y nos guste. Pero la tenemos identificada y aunque los poderosos ganen por el momento, sabemos que hay otro mundo posible”.
Mi pregunta, tan bien alimentada por las palabras de muchas, me remite siempre al caos. Ahora bien, para mí el caos es un hecho positivo, a la vez que inevitable. El caos, según Pitágoras, es la contraparte del cosmos, que no es sino caos delimitado, medido, arbitrariamente convertido en algo previsible; y se relaciona con la noche, con los números pares, con las mujeres. Cuando quiero pensar en algo que me agrada, pienso en la sangre menstrual que desordena hasta las dietas de los nutriólogos más estudiados, en la noche que engendra los sueños, en las-los hermafroditas que luchan para que los dejen de mutilar convirtiéndolos a uno de los dos sexos socialmente reconocidos, en la lava cuando baja sobre ciudades contaminadas y devuelve sus nutrientes a la tierra que quema, en el movimiento feminista mientras dice a las diferentes culturas que apresan a las mujeres en los sistemas de parentesco masculinos: “sus medidas y hasta su sistema de medición no nos sirven porque hemos aprendido a reconocernos unas a las otras”. En otras palabras, pienso en algo caótico para el sistema taxonómico que sustenta las lógicas de dominio.
Las feministas en los últimos treinta años ya no quisimos ser iguales a los hombres sino instaurar el no-límite de órdenes distintos, de números pares conviviendo en la explicación de la realidad y la organización de la política, de la no separación entre la naturaleza y la humanidad. Con cuidado, no quisimos instaurar el multiculturalismo,[4] sino informar a la cultura de nuestra diferencia, volverla plural, esto es, finalmente universal. Quisimos el no-límite del nomadismo filosófico, nunca más atado a un solo discurso originario. El no-límite de múltiples economías, del no armamentismo, de la ecología como historia de un sujeto no violento, del abandono del modelo opresor-depredador patriarcal al que igualarse sin poderlo lograr nunca, del modelo ordenador, cósmico, único, masculino, clasista, racista, religiosamente jerárquico, colonizador.
¿Será porque me gusta imaginar una multiplicidad libre y femenina, imposible de limitar, que me preocupa el sistema cuando intenta concedernos una igualdad que se reduce a la ecuación una ciudadana igual un voto, que no es sino una forma de regresar a la medición predeterminada? ¿Será porque le tiene miedo al caos, que el sistema ha desplegado un esfuerzo tan grande y silencioso para deshacer el feminismo latinoamericano, con su algarabía de modos de relación y de elaboración de pensamiento, sus anomalías reivindicadas, sus madres en la calle, su particular percepción de lo privado político?
Me intriga que, durante toda la década de 1990, en las academias latinoamericanas sólo se haya pensado en términos de sistema de género, entendido como un sistema binario como el que contrapone el caos al cosmos, además descalificando a quienes insistían en el análisis de la política de nosotras en relación con nosotras mismas y de lo que nuestra específica cultura de mujeres, con el sino de la historia puesto en el otro lado de la agresión, puede instalar en el mundo.
Es un sistema de género leído necesariamente desde la cultura occidental, con su idea común de origen bíblico-evangélico-platónica que, sin embargo, asume la idea de racionalidad aristotélica y la exclusión de las mujeres de la misma. Un sistema de género que las agencias de cooperación no hubieran tenido la fuerza de imponer a las intelectuales feministas, de no ser porque algunas de ellas ya se estaban encargando de difundirlo: Teresita de Barbieri, Beatriz Schmukler, María Luisa Femenías, Montserrat Sagot, Sara Poggio y Marta Lamas,[5] entre las más conocidas. Un sistema de género tan cerradamente aceptado por la academia que descalificó no sólo a las feministas de la diferencia sexual, a aquellas que como Amalia Fischer y yo insistimos siempre en el carácter trasgresor de la idea feminista y a las activistas que afirmaban que construían pensamiento desde su acción, sino también a las feministas que querían llevar el análisis de la relación de género hasta la crítica del dimorfismo sexual que informa toda la educación y hasta una crítica de la idea de diferencia posmoderna y, por lo tanto, cuestionaban la poca profundidad con que la universidad latinoamericana y las expertas en políticas públicas sobresimplificaron la categoría de género.[6]
Igualmente me intriga la opción por las políticas públicas como acciones divorciadas del movimiento de las mujeres, porque implica que dejemos de estar entre nosotras y pensar en lo que significa la política para las mujeres.[7] La conversión de algunas mujeres feministas en expertas al interior de programas de cooperación internacional o de los diversos gobiernos de América Latina o, también, en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, llamados de políticas públicas, ha sido acompañada de una brutal descalificación de la mirada que, desde nuestra realidad sexuada, las feministas echamos sobre nuestro específico estar en el mundo; específico y por ende diferente en unas y otras, mujeres que al haber tomado conciencia de nosotras nunca más seremos iguales. La realidad sexuada está históricamente situada en órdenes simbólicos que estamos reelaborando desde nuestras palabras y geográficamente ubicada en nuestro cuerpo y en nuestras sexualidades de mujeres.
Las políticas públicas, para tener legitimidad, han debido ocultar lo obvio: que a pesar del fortalecimiento de las estructuras de dominio en el proceso de globalización, la igualdad entre mujeres se daba sólo cuando éramos todas igualmente oprimidas por el sistema de poder patriarcal capitalista.[8] Desde hace treinta años hay voces femeninas diferentes que se escuchan en el mundo bisexuado, no precisamente porque se hayan asimilado al discurso de la homogeneización patriarcal, sino por la autoridad que les reconocen otras mujeres. Son voces que se han dado la palabra entre sí.
En el pensamiento occidental existe un verdadero pánico a la hermenéutica del poder,[9] porque pone en desequilibrio la construcción del uno masculino. Empujar a las mujeres de América Latina a pelear por el poder en espacios recortados del ámbito de las políticas públicas, remite a las mujeres latinoamericanas, doblemente capaces de impulsar una hermenéutica del discurso del poder (por ser mujeres y por ser parte de una población oprimida por la occidentalización), al lugar que el poder (que se recicla) le quiere asignar.
Imponer la lucha por el poder a las mujeres capaces de evidenciar que el modelo autoritario es uno y se reproduce en todos los ámbitos, fomentando el racismo, el sexismo, el menosprecio hacia los diferentes, superponiendo las condiciones de sumisión en el mundo, es volver a impedir que las mujeres den muestra de lo obvio, de lo que queda oculto a la medición “objetiva”; es volver a imponer el velo a los ojos del mundo. La hermenéutica del poder es la única hermenéutica a la que se opone el pensamiento oficial, porque desencadena el conocimiento de la resistencia como un elemento triunfante frente a las imposiciones.

[1] La cooperación internacional, como el feminismo mismo, cambió entre los años 1980 y los 1990. Entre otros aspectos, después de la caída del Muro de Berlín en 1989, la cooperación europea se volcó sobre los países del centro y el este de su continente y en América Latina fluyeron fondos de origen estadounidense, acompañados del moralismo público y el conductismo estadounidenses, amén de la imposición de las figuras de la experta y de la líder y de las categorías de análisis elaboradas en sus propias academias. Esto podría explicar la importancia que adquirió la “imagen” de sí entre las feministas visibles. Además, Europa dio un giro hacia políticas contrarias a la autonomía de los movimientos y los pueblos, lo cual se vio reflejado en el acotamiento de la libertad de escoger los temas de investigación y acción de las feministas latinoamericanas. Todavía no tenemos fondos de financiamiento del movimiento contrario a los criterios de la globalización neoliberal, como para analizar si con su apoyo el movimiento feminista recuperaría su antiguo empuje antisistémico. Apenas en 2002, OXFAM lanzó una campaña internacional a favor del “Comercio con Justicia”, señalando la paradoja del comercio global que se ha convertido en una fuente de riquezas sin precedentes de la mano de una pobreza masiva y una creciente desigualdad entre ricos y pobres, siendo las mujeres las más pobres de los pobres.

[2] Fátima Mernissi, El miedo a la modernidad. Islam y democracia, Ediciones del oriente y del mediterráneo, Madrid 1992, p.10.
[3] Raquel Gutiérrez Aguilar, Desandar el laberinto. Introspección en la feminidad contemporánea, Muela del Diablo editores, La Paz, Bolivia 1999, p. 20. Sé que este tema había sido abordado antes en Chile por Margarita Pisano, en su reiterada denuncia de la falsa democracia en la cual quieren apresarnos; sin embargo, me pareció importante la formulación de Raquel Gutiérrez por ser tan directa y por el ámbito donde maduró su reflexión.
[4] El multiculturalismo confunde al presentarnos una democracia cultural sustentada en la idea de diversidades, igualmente toleradas. Baraja las ideas de igualdad y diversidad (que no es la diferencia histórica asumida) con una multiplicidad excluyente de realidades donde las mujeres están nuevamente todas divididas entre sí: blancas, negras, latinas, jóvenes, viejas, lesbianas, heterosexuales, islámicas, laicas, judías, como siempre lo han estado debido al sistema patriarcal que ha construido su poder sobre su separación. El multiculturalismo las agrega, aparentemente en un nivel de igualdad, alrededor de la figura que las analiza sin perder su hegemonía, las devuelve a las culturas del patriarcado que las amordazan, mutilan, violentan. De tal manera, en el multiculturalismo la diferencia sexual de las mujeres no informa la cultura que sigue monosexuada, en masculino, mientras el sistema patriarcal se disgrega en sus partes sin perder su dominancia para no reconocer igualdad alguna que no sea la del modelo con el modelo.

[5] Estas mujeres han escrito fundamentalmente en Costa Rica, México y Argentina, honestamente interesadas en complejizar las categorías de análisis de la situación de las mujeres y ponerse “al nivel” de sus interlocutoras estadounidenses. Ahora bien, habría que leer a la luz de su historia como constructora de la imposición de la categoría de género, la supuesta crítica que Marta Lamas hace a la categoría fetichizada en Cuerpo: diferencia sexual y género, Taurus, México, 2002. Lamas parece sentirse impelida a responder a las críticas que vienen del feminismo contra la categoría, sin citar a ninguna feminista latinoamericana, pues parece que sólo busca la interlocución con intelectuales masculinos y traduce en contexto a feministas angloparlantes. Sin embargo, en 1995 escribió para imponer un paradigma: “El concepto de género se ha vuelto imprescindible, no sólo porque se propone explorar uno de los problemas intelectuales y humanos más intrigantes –¿cuál es la verdadera diferencia entre los cuerpos sexuados y los seres socialmente construidos?- sino también porque está en el centro de uno de los debates políticos más trascendentes: el del papel de las mujeres en la sociedad”; en Marta Lamas (comp.), El género: la construcción cultural de la diferencia sexual, Programa Universitario de Estudios de Género-Miguel Ángel Porrúa editor, México 1996, p. 10.
[6] Pienso en Yanina Ávila e Isabel Barranco en México y en Lissette González en Guatemala cuando, en un sentido semejante a lo expresado en favor de las transgresiones materiales contra “la vieja cárcel binaria” por la estadounidense Kate Soper (“El posmodernismo y sus malestares”, en Debate feminista, n. 5, México, marzo de 1992, pp. 176-190) plantean que se necesita una revolución cultural que nos salve de los modos de conceptuación a partir de los cuales hemos construido las identidades de género. Eso es, plantean la necesidad de escapar de la cárcel binaria del género y de la teoría de la diferencia sexual. Estas mujeres no publican mucho, pero constantemente aportan a las ideas del movimiento feminista desde talleres, cursos, charlas, documentos, conversatorios o artículos periodísticos.
[7] No estoy descalificando que las feministas apoyen o impulsen demandas en los espacios públicos, aun que las privilegien durante el momento de su consecución; estoy criticando el intento de confundir estas acciones con el feminismo. Todas las mujeres nos veremos beneficiadas por el derecho al aborto, por el castigo de la violencia en nuestra contra, por la obtención de una justicia equitativa, por el reconocimiento de la pareja lésbica y el fin de la familia patriarcal, por la paz.
[8] El sistema patriarcal no es un sistema económico exclusivamente, por lo tanto existen patriarcados en sociedades comunitarias, esclavistas, colectivistas, etcétera, pero el sistema de dominación de los grupos masculinos que manejan el poder político, religioso, social se fortalece con el capitalismo, que es un modelo de mercado hegemónico que para sostenerse necesita de que parte del trabajo no sea remunerado (el reproductivo doméstico), pero no puede reconocerlo. Además el capitalismo es expansivo y reproduce su división entre lo público y lo privado en todos los espacios que toca, negando la validez de producciones y reproducciones no destinadas al mercado.
[9] Dudé sobre si el pánico es a la hermenéutica del poder o de la autoridad y opté por el pánico masculino a la sutileza con que se puede interpretar la construcción histórica del poder, sus mecanismos de afirmación, el reconocimiento que durante siglos los grupos dominantes han exigido (ofreciendo a cambio migajas de lo mismo) de las autoridades sociales, religiosas, populares, culturales para mantenerse y fortalecerse precisamente en el ejercicio del poder. Es el poder en cuanto tal lo que somete a las mujeres (y a todo grupo minorizado). Toda disquisición acerca de las formas verbales del término poder (poder hacer, poder pensar, poder crear) tiende a distraer la denuncia del poder como el instrumento de toda jerarquización, dominación económica, miedo religioso, autoritarismo, sexismo, racismo y negación de la libertad.

lunes, 18 de mayo de 2009

“Quién dijo que era simple”

Audre Lorde (1982).

Tiene tantas raíces el árbol de la rabia
que a veces las ramas se quiebran
antes de dar frutos.
Sentadas en Nedicks
las mujeres se reúnen antes de marchar
hablando de las problemáticas muchachas
que contratan para quedar libres.
Un empleado casi blanco posterga
a un hermano que espera para atenderlas primero
y las damas no advierten ni rechazan
los placeres más sutiles de su esclavitud.
Pero yo que estoy limitada por mi espejo
además de por mi cama
veo causas en el color además de en el sexo
y me siento aquí preguntándome
cuál de mis yo sobrevivirá
a todas estas liberaciones.

Audre Lorde


A transformação do silêncio em linguagem e em ação[1]


primeiro em lingua brasileira

Muitas vezes penso que preciso dizer as coisas que me parecem mais importantes, verbalizá-las, compartilhá-las, mesmo correndo o risco de que sejam rejeitadas ou mal-entendidas. Mais além do que qualquer outro efeito, o fato de dizê-las me faz bem. Eu estou aqui como poeta Negra lésbica e sobre o significado de tudo isso repousa o fato de ainda estar viva, coisa que poderia não ter sido. Há menos de dois meses, dois médicos –um homem e uma mulher- me disseram que devia fazer uma operação de mama e que as chances de que o tumor fosse maligno estavam entre 60 e 80 por cento.
Entre essas palavras e a operação, passaram três semanas de agonia em que precisei re-organizar involuntariamente toda minha vida. A operação já passou e o tumor era benigno. Mas durante essas três semanas, tive que retornar sobre mim mesma e sobre minha vida com uma severa e urgente lucidez que me deixaram ainda tremendo, mas ainda mais forte.
É uma situação com a qual, muitas mulheres se deparam, talvez algumas de vocês, hoje.
As coisas que experimentei nesse período me ajudaram a compreender muito do que sinto sobre a transformação do silêncio em linguagem e em ação.
Ao tomar forçadamente consciência de minha própria mortalidade, do que desejava e queria de minha vida, durasse o que durasse, as prioridades e as omissões brilharam sob uma luz impiedosa, e do que mais me arrependi foi de meus silêncios. O que me dava tanto medo? Questionar e dizer o que pensava podia provocar dor, ou a morte. Mas, todas sofremos de tantas maneiras todo o tempo, sem que por isso a dor diminua ou desapareça. A morte não é mais do que o silêncio final. E pode chegar rapidamente, agora mesmo, mesmo antes de que eu tenha dito o que precisava dizer.
Só havia traído a mim mesma nesses pequenos silêncios, pensando que algum dia ia falar, ou esperando que outras falassem. E comecei a reconhecer uma fonte de poder dentro de mim ao dar-me conta de que não devia ter medo, que a força estava em aprender a ver o medo a partir de outra perspectiva.
Eu ia morrer cedo, tivesse falado ou não. Meus silêncios não tinham me protegido. Tampouco protegerá a vocês. Mas cada palavra que tinha dito, cada tentativa que tinha feito de falar as verdades que ainda persigo, me aproximou de outras mulheres, e juntas examinamos as palavras adequadas para o mundo em que acreditamos, nos sobrepondo a nossas diferenças. E foi a preocupação e o cuidado de todas essas mulheres que me deu forças e me permitiu analisar a essência de minha vida.
As mulheres que me ajudaram durante essa etapa foram Negras e brancas, velhas e jovens, lésbicas, bissexuais e heterossexuais, mas todas compartilhamos a luta da tirania do silêncio. Todas elas me deram a força e a companhia sem as quais não teria sobrevivido intacta. Nessas semanas de medo agudo –na guerra todas lutamos, sutilmente ou não, conscientemente ou não, contra as forças da morte- compreendi que eu não era só uma vítima, mas também uma guerreira.
Que palavras ainda lhes faltam? O que necessitam dizer? Que tiranias vocês engolem cada dia e tentam torná-las suas, até asfixiar-se e morrer por elas, sempre em silêncio? Talvez para algumas de vocês hoje, aqui, eu represento um de seus medos. Porque sou mulher, porque sou Negra, porque sou lésbica, porque sou eu mesma - uma poeta guerreira Negra fazendo seu trabalho. Pergunto : vocês, estão fazendo o seu?
E, certamente tenho medo, porque a transformação do silêncio em linguagem e em ação é um ato de auto-revelação, e isso sempre parece estar cheio de perigos. Mas minha filha, quando falei de nosso tema e de minhas dificuldades, me disse: "Fala para elas de como nunca se é uma pessoa inteira se guardas silêncio, porque esse pedacinho fica sempre dentro de ti e quer sair, e se segues ignorando-o, ele se torna cada vez mais irritado e furioso, e se nunca o deixar sair um dia diz: basta! e te dá um soco dentro da boca".
No silêncio, cada uma de nós desvia o olhar de seus próprios medos - medo do desprezo, da censura, do julgamento, ou do reconhecimento, do desafio, do aniquilamento. Mas antes de nada acredito que tememos a visibilidade, sem a qual entretanto não podemos viver, não podemos viver verdadeiramente. Neste país em que a diferença racial cria uma constante, ainda que não seja explícita, distorção da visão, as mulheres Negras temos sido visíveis por um lado, enquanto que por outro nos fizeram invisíveis pela despersonalização do racismo. Ainda dentro do movimento de mulheres tivemos que lutar, e seguimos lutando, para recuperar essa visibilidade que ao mesmo tempo nos faz mais vulneráveis: a de ser Negras. Porque para sobreviver nesta boca de dragão que chamamos américa, tivemos que aprender esta primeira lição, a mais vital, e não se supunha que fossemos sobreviver. Não como seres humanos. Nem se suponha que fossem sobreviver a maioria de vocês, Negras ou não. E essa visibilidade que nos faz tão vulneráveis, é também a fonte de nossa maior fortaleza. Porque a máquina vai tratar de nos triturar de qualquer maneira, tenhamos falado ou não. Podemos nos sentar num canto e emudecer para sempre enquanto nossas irmãs e nossas iguais são desprezadas, enquanto nossos filhos são deformados e destruídos, enquanto nossa terra está sendo envenenada, podemos ficar quietas em nossos cantos seguros, caladas como se engarrafadas, e ainda assim seguiremos tendo medo.
Em minha casa se celebra este ano a festa de Kwanza, o festival Afro-americano da colheita, que começa o dia depois do Natal e dura sete dias. Há sete princípios de Kwanza, um para cada dia. O primeiro princípio é Umoja, que quer dizer unidade, a decisão de lutar pela unidade e mantê-la em nós mesmas e na comunidade. O princípio de ontem, o segundo dia, era Kujichagulia: a autodeterminação, a decisão de definir a nós mesmas, de dar nomes, de falar por nós em vez de sermos nomeadas e expressadas por outros. Hoje é o terceiro dia de Kwanza, e o princípio de hoje é Ujima: o trabalho coletivo e a responsabilidade, a decisão de construir e conservar juntas nossas comunidades, de reconhecer e resolver juntas nossos problemas.
Cada uma de nós está hoje aqui porque de um modo ou outro compartilhamos um compromisso com a linguagem e com o seu poder, também com a recuperação dela que foi utilizada contra nós. Na transformação do silêncio em linguagem e em ação, é de uma necessidade vital para nós estabelecer e examinar a função dessa transformação e reconhecer seu papel igualmente vital dentro dessa transformação.
Para quem escrevemos, é necessário examinar não só a verdade do que falamos mas também a verdade da linguagem em que o dizemos. Para outras, se trata de compartilhar e difundir aquelas palavras que significam tanto para nós. Mas em princípio, para todas nós, é necessário ensinar com a vida e com as palavras essas verdades que acreditamos e conhecemos mais além do entendimento. Porque só assim sobreviveremos, participando num processo de vida criativo, contínuo e em crescimento.
E sempre se fará com medo - da visibilidade, da dura luz da análise, talvez do julgamento, da dor, da morte. Mas, com exceção da morte, nós já passamos por tudo isso e o fizemos em silêncio. Eu penso todo o tempo que se tivesse nascido muda, ou se tivesse mantido um juramento de silêncio toda minha vida, teria sofrido igual, e igualmente morreria. É bom lembrar, para não perder a perspectiva.
E quando as palavras das mulheres clamam por serem ouvidas, cada uma de nós deve reconhecer sua responsabilidade de tirar essas palavras para fora, lê-las, compartilhá-las e examiná-las em sua pertinência à vida. Não nos escondamos detrás das falsas separações que nos impuseram e que tão seguidamente as aceitamos como nossas. Por exemplo: "Não posso ensinar a literatura das mulheres Negras porque sua experiência é diferente da minha". Entretanto, durante quantos anos ensinaram Platão, Shakespeare e Proust? Ou: "Ela é uma mulher branca, o que ela pode dizer para mim" Ou: "Ela é lésbica... O que vai dizer o meu marido, ou meu chefe?" Ou ainda: "Esta mulher escreve sobre nossos filhos, e eu não sou mãe”. E assim todas as outras formas em que nos abstraímos umas das outras.
Podemos aprender a trabalhar e a falar apesar do medo, da mesma maneira que aprendemos a trabalhar e a falar apesar de cansadas. Fomos educadas para respeitar mais ao medo do que a nossa necessidade de linguagem e definição, mas se esperamos em silêncio que chegue a coragem, o peso do silêncio vai nos afogar.
O fato de estarmos aqui e que eu esteja dizendo essas palavras, já é uma tentativa de quebrar o silêncio e estender uma ponte sobre nossas diferenças, porque não são as diferenças que nos imobilizam, mas o silêncio. E restam tantos silêncios para romper!


La transformación del silencio en palabra y acción

ahora en lengua uruguaya

¿Cómo están nuestras queridas amigas? Nosotras chispeantes de alegría porque hoy tenemos una invitada muy especial. Con inmenso placer les contamos que en instantes tendremos aquí, con nosotras, la presencia de la imprescindible (escuchen los clarinetes y vean las manos que dan paso a la entrada de la maravillosa) Audre Lorde
[2]. Aplausos, aplausos.
Mientras la hacemos pasar y nos sentamos, les vamos contando que nuestra chef de la más alta cocina estadounidense, pero adoptada por muchas naciones, y por las que no creemos en fronteras también, se define a sí misma como “poeta, guerrera, madre, negra y lesbiana.” Nosotras agregaríamos también nuestra palabra de lucha: radiKal. Y que valga la redundancia.
Imaginemos los Estados Unidos, entre las décadas del 30’ y del 90’. Una mujer negra que escribe poemas y ensayos y miren qué títulos: la poesía no es un lujo; lo erótico como poder; mujeres negras, ira y rabia.

Nuestra Kerida Amiga nos trae hoy un platillo en bandeja que viene a romper con “la paz” impuesta: La transformación del silencio en lenguaje y acción. Y como esto no es todo, traemos un condimento extra, la traducción del inglés a la lengua uruguaya es de nuestra gran amiga Diana Mines. Vaya un beso con sabor a dulce de leche para nuestra traductora.
A una sociedad que prefiere a las mujeres calladas, tímidas, o con voz bajita para no molestar al patrón, hoy le venimos a avisar que lo vamos a despertar a palabrazos. Que no duerma más porque “la paz” se le acabó. Libertémonos mujeres disidentes de este sistema y abramos nuestras gargantas, dejemos salir nuestras palabras, frases tan deseosas y urgidas por expresarse. Tantos años, décadas, siglos y milenios de paz de cementerios, con miedos, ¿de qué? ¿de quién? La dictadura patriarcal nunca nos protegió, al contrario, nos sigue callando y oprimiendo. Pero para eso estamos las rebeldes, hoy las diosas quieren que de la mano, perdón, de la palabra de una bellísima mujer negra, lesbiana, poeta, nos libertemos y dejemos salir como cataratas nuestras rabias y voces milenarias. ¿Escuchan los tambores?
Con ustedes la voz de Audre Lorde
Buen provecho para todas nosotras.


La transformación del silencio en lenguaje y en acción
[3]
Audre Lorde

Muchas veces pienso que tengo que decir las cosas que me resultan más importantes, verbalizarlas, compartirlas, aún a riesgo de que sean rechazadas o malentendidas. Es que el hecho de decirlas me hace bien, más allá de cualquier otro efecto. Yo estoy acá como poeta Negra lesbiana, y sobre el significado de todo esto descansa el hecho de estar aún viva, cosa
que pudo no haber sido. Hace menos de dos meses, dos médicos -un hombre y una mujer- me dijeron que debía hacerme una operación de mama y que había entre un 60 y un 80 por ciento de posibilidad de que el tumor fuera maligno.
Entre esas palabras y la operación, hubo tres semanas de agonía en las que tuve que reorganizar involuntariamente toda mi vida. La operación ya pasó y el tumor era benigno. Pero durante esas tres semanas, tuve que volver sobre mí misma y sobre mi vida con una severa y urgente lucidez que me ha dejado aún temblando, pero mucho más fuerte.
Es una situación a la que se ven enfrentadas muchas mujeres, tal vez algunas de ustedes hoy.
Las cosas que experimenté en ese período me han ayudado a comprender mucho de lo que siento sobre la transformación del silencio en lenguaje y en acción.
Al tomar forzosamente conciencia de mi propia mortalidad, de lo que deseaba y quería de mi vida, durara lo que durara, las prioridades y las omisiones brillaron bajo una luz despiadada, y de lo que más me arrepentí fue de mis silencios. ¿Qué es lo que me daba tanto miedo? Cuestionar y decir lo que pensaba podía ocasionarme dolor, o la muerte. Pero todas sufrimos de tantas maneras todo el tiempo, sin que por ello el dolor disminuya o desaparezca. La muerte no es más que el silencio final. Y puede llegarrápidamente, ahora mismo, más allá de que yo haya dicho lo que necesitaba decir.
Sólo me había traicionado a mí misma en esos pequeños silencios, pensando que algún día iba a hablar, o esperando que otras hablaran. Y empecé a reconocer una fuente de poder dentro de mí al darme cuenta que no debía tener miedo, que la fuerza estaba en aprender a ver el miedo desde otra perspectiva.
Yo iba a morir tarde o temprano, hubiera hablado o no. Mis silencios no me habían protegido. Tampoco las protegerá a ustedes. Pero cada palabra que había dicho, cada intento que había hecho de hablar sobre las verdades que aún persigo, me acercó a otra mujer, y juntas examinamos las palabras adecuadas para el mundo en que creíamos, más allá de nuestras diferencias. Y fue la preocupación y el cuidado de todas esas mujeres lo que me dió fuerzas y me permitió analizar la esencia de mi vida.
Las mujeres que me ayudaron durante esa etapa fueron Negras y blancas,viejas y jóvenes, lesbianas, bisexuales y heterosexuales, pero todas compartíamos la lucha contra la tiranía del silencio. Todas ellas me dieron la fuerza y la compañía sin las cuales no habría sobrevivido intacta. En esas semanas de miedo agudo -en la guerra todas peleamos, sutilmente o no, conscientemente o no, contra las fuerzas de la muerte- comprendí que yo no era sólo una víctima, sino también una guerrera.
¿Qué palabras les faltan todavía? ¿Qué necesitan decir? ¿Qué tiranías tragan cada día y tratan de hacer suyas, hasta asfixiarse y morir por ellas, siempre en silencio? Tal vez para algunas ustedes hoy, aquí, yo represento uno de sus miedos. Porque soy mujer, porque soy Negra, porque soy lesbiana, porque soy yo misma -una poeta guerrera Negra haciendo su trabajo-les pregunto: ¿Están ustedes haciendo el suyo?
Y por supuesto que tengo miedo, porque la transformación del silencio en lenguaje y en acción es un acto de auto-revelación, y eso siempre parece estar lleno de peligros. Pero mi hija, cuando le hablé de nuestro tema y de mis dificultades, me dijo: "Háblales de cómo nunca eres una persona entera si guardas silencio, porque siempre está ese pedacito dentro tuyo que quiere salir, y si sigues ignorándolo se vuelve cada vez más irritado y furioso, y si nunca lo dejas salir un día dice '¡basta!' y te da un puñetazo en la boca desde adentro".
En aras del silencio, cada una de nosotras desvía la mirada de sus propios miedos -miedo al desprecio, a la censura, a la condena, o al reconocimiento, al desafío, al aniquilamiento. Pero más que nada creo que le tememos a la visibilidad, sin la cual sin embargo, no podemos vivir verdaderamente. En este país en que la diferencia racial crea una constante, aunque no explícita, distorsión de la visión, las mujeres Negras hemos sido altamente visibles por un lado, mientras que por otro nos han hecho invisibles por la despersonalización del racismo. Aún dentro del movimiento de mujeres hemos tenido que luchar, y seguimos haciéndolo, por recuperar esa visibilidad que al mismo tiempo nos hace más vulnerables: la de ser Negras. Porque para sobrevivir en esta boca de dragón que llamamos américa, hemos tenido que aprender esta primera lección, la más vital, y es que no se suponía que fuéramos a sobrevivir. No como seres humanos. Ni se suponía que fueran a sobrevivir la mayoría de ustedes, Negras o no. Y esa visibilidad que nos hace tan vulnerables, es también la fuente de nuestra mayor fortaleza. Porque la máquina va a tratar de triturarnos de cualquier manera, hayamos hablado o no. Podemos sentarnos en un rincón y enmudecer para siempre mientras nuestras hermanas y nuestras iguales son despreciadas, mientras nuestros hijos son deformados y destruidos, mientras nuestra tierra es envenenada; podemos quedarnos quietas en nuestros rincones seguros, calladas como botellas, y aún seguiremos teniendo miedo.
En mi casa se celebra este año la fiesta de Kwanza, el festival Afro-americano de la cosecha, que comienza el día después de Navidad y dura siete días. Hay siete principios de Kwanza, uno para cada día. El primer principio es Umoja, que quiere decir unidad, la decisión de luchar por la unidad y mantenerla en nosotras mismas y en la comunidad. El principio de ayer, el segundo día, era Kujichagulia: la autodeterminación, la decisión de definirnos a nosotras mismas, de nombrarnos, de hablar por nosotras en vezde ser nombradas y expresadas por otros. Hoy es el tercer día de Kwanza, y el principio de hoy es Ujima: el trabajo colectivo y la responsabilidad, la decisión de construir y conservar juntas nuestras comunidades, de reconocer y resolver juntas nuestros problemas.
Cada una de nosotras está hoy aquí porque de un modo u otro compartimos un compromiso con el lenguaje y con el poder del lenguaje, y con la recuperación de ese lenguaje que ha sido utilizado contra nosotras. En la transformación del silencio en lenguaje y en acción, es de una necesidad vital para nosotras establecer y examinar la función de esa transformación y reconocer su rol igualmente vital dentro de esa transformación. Para quienes escribimos, es necesario examinar no sólo la verdad de lo que hablamos sino la verdad del lenguaje en que lo decimos. Para otras, se trata de compartir y difundir aquellas palabras que significan tanto para nosotras. Pero en principio, para todas nosotras, es necesario enseñar con la vida y con las palabras esas verdades que creemos y que
conocemos más allá del entendimiento. Porque sólo así sobreviviremos, participando en un proceso de vida creativo, continuo y en crecimiento.
Y siempre se hará con miedo -a la visibilidad, a la dura luz del análisis, quizás al enjuiciamiento, al dolor, a la muerte. Pero, salvo la muerte, nosotras ya hemos pasado por todo eso y lo hemos hecho en silencio. Yo pienso todo el tiempo que si hubiera nacido muda, o si hubiera mantenido un juramento de silencio toda mi vida, igual habría sufrido, e igual moriría. Es bueno recordarlo, para no perder la perspectiva.
Y cuando las palabras de las mujeres claman por ser oídas, cada una de nosotras debe reconocer su responsabilidad de sacar esas palabras afuera, leerlas, compartirlas y examinarlas en su pertinencia a la vida. No nos escondamos detrás de las falsas separaciones que nos han impuesto y que tan a menudo aceptamos como propias. Por ejemplo: "No puedo enseñar la literatura de las mujeres Negras porque su experiencia es diferente de la mía". Sin embargo, ¿cuántos años han estado enseñando Platón, Shakespeare y Proust? O: "Ella es una mujer blanca, así que ¿qué puede decirme a mí?" O: "Ella es lesbiana... ¿Qué va a decir mi marido, o mi jefe?" O aún: "Esta mujer escribe sobre sus hijos, y yo no soy madre." Y así todas las otras formas en que nos sustraemos unas de otras.
Podemos aprender a trabajar y a hablar a pesar del miedo, de la misma manera en que aprendemos a trabajar y a hablar a pesar de estar cansadas. Hemos sido educadas para respetar más al miedo que a nuestra necesidad de lenguaje y definición, pero si esperamos en silencio a que llegue la valentía, el peso del silencio nos ahogará. El hecho de que estemos aquí y de que yo esté diciendo estas palabras, ya es un intento por quebrar el silencio y tender un puente sobre nuestras diferencias, porque no son las diferencias las que nos inmovilizan, sino el silencio. ¡Y quedan tantos silencios por romper!
Traducción: Diana Mines


[1] - Palestra feita no painel sobre Lesbianismo e Literatura, promovida pela Associação de Língua Moderna, em Chicago, Illinois, em 28 de dezembro de 1977.
Publicada pela primeira vez em 1978, V. 6, Sabedoria Sinistra (Sinister Wisdom). Publicada depois no livro Hermana Marginada (Sister Outsider), Ensayos y Conferencias. The Crossing Press/Feminist Series, 1984.

[2] Nota: Audre Lorde vivió entre los años 1934 y 1992. Si bien ella falleció, para nosotras siempre estará viva, por eso nos referimos a ella – y sus pensamientos – en presente.

[3] Audre Lorde - "Hermana Marginada" (Sister Outsider), Ensayos y Conferencias. The Crossing Press/Feminist Series, 1984.
(Ponencia leída en el panel sobre Lesbianismo y Literatura, de la Asociación de Lengua Moderna, en Chicago, Illinois, el 28 de diciembre de 1977. Publicada por primera vez en 1978, en el volumen 6 de sabiduría Siniestra (Sinister Wisdom).

Los prostituidores

na reunião de quinta-feira 14 de maio falamos sobre este texto que a Cris nos trousse.

Mª José Barahona Gomariz
Profesora Titular Escuela Trabajo Social –U.C.M.-

El contenido de mi exposición tiene como eje central a los prostituidores, es decir, los sujetos que pagan en el mercado prostitucional por/para obtener placer. Esta es una aproximación amplia que nos sirve de plataforma para la delimitación, para la concreción de quiénes son, qué piensan y por qué lo hacen.

Toda explicación que se puede hacer de los prostituidores queda resumido y evidenciado en el uso de los términos empleados en prostitución. Así, tradicionalmente se han denominado cliente y prostituta, puta, ramera,..... ¿Cómo puede ser que dos personas involucradas en un mismo acto tengan distinto reconocimiento social?. Así es, el mal llamado hasta ahora cliente, que no es más que un eufemismo que oculta el verdadero hacer, es reconocido en su necesaria existencia pero invisibilizado en su responsabilidad y desprovisto de condena social; en cambio la otra parte, la mujer en prostitución ha sido y es estigmatizada, visibilizada como responsable y condenada socialmente. ¡¡ Cómo cambian las cosas según de quien se trate!!!!, No, cómo cambian las cosas según se sea varón o mujer.

¿Por qué identifico al prostituidor con un varón y a la persona en prostitución con una mujer?. Porque esa es la realidad mayoritaria de la prostitución y además porque este tipo de prostitución revela el papel fundamental de la mujer como objeto sexual en sociedades sexistas de pauta patriarcal.

¿No es en sí misma esta terminología la evidencia de una violencia simbólica?. Explica Bourdieu la permanencia y la reproducción de las relaciones de dominación, de sus privilegios y sus injusticias por la violencia simbólica que se ejerce sobre los dominados y que hace aparecer como aceptables unas condiciones de existencia absolutamente intolerables. Define la violencia simbólica como “esa violencia amortiguada, insensible e invisible para sus propias víctimas, que se ejerce esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación y del conocimiento (...) del reconocimiento o, en último término, del sentimiento”.

Kathleen Barry sostiene que la prostitución es una construcción social reveladora de prácticas, ideas, actitudes y comportamientos que desconocen los derechos humanos y son parte de una organización social destinada a perpetuar la dominación del varón sobre la mujer, y de los que tienen más medios sobre los desposeidos.

Esta es la clave que descifra el ser y hacer de los prostituidores. La prostitución es una construcción social de los varones asentada en la desigualdad de género como una forma de expresar, de poner en práctica ideas, actitudes y comportamientos.

La desigualdad de género se sustenta en la diferencia biológica, de sexo, y sobre ella descansan entre otras cosas la sexualidad. Históricamente se han determinado comportamientos sexuales intrínsecos según se fuera varón o mujer, así, a los varones se les ha otorgado, mejor dicho, de forma más correcta, los varones se han otorgado con legitimidad social la “necesidad fisiológica sexual” que implica, según la definición del propio termino necesidad un impulso irresistible que hace que las causas obren infaliblemente en cierto sentido o aquello a lo cual es imposible sustraerse, faltar o resistir. Con ello se ha biologizado lo cultural, es decir, la sexualidad masculina se ha explicado y justificado por el modelo esencialista que sostiene que la sexualidad está predeterminada por la biología: la genética, las hormonas y por extensión, la anatomía y la fisiología corporal. Así, los actos sexuales son ante todo actos “naturales” y esa es precisamente la legitimidad que la sociedad ha otorgado, pero la sexualidad es una construcción social que demanda la culturalización de lo biológico.

Bajo esa idea de “necesidad fisiológica sexual masculina” se ha promovido la puesta a disposición de los varones de unos contingentes de mujeres que según cada época ha respondido a unos intereses.

¿Quién es prostituidor?, es aquel varón que paga por el uso/abuso de la genitalidad de la mujer u otras partes de su cuerpo a fin de obtener placer, dentro de una prostitución entre adultos heterosexuales. Placer que instrumentalizado a través del sexual es en simultáneo o en primacía psicológico. Placer psicológico en el ejercicio del poder en una situación asimétrica, estando caracterizada porque el ser prostituidor es una opción mientras que el ser mujer prostituida es una obligación, o para aquellos que les suene totalitarista, el ser mujer prostituida tiene un grado mínimo de voluntad, de libertad, es una voluntad restringida delimitada por coacciones (estructurales, microsociales y/o individuales), y por tanto, la acción se convierte en forzada/forzosa.

El prostituidor está desprovisto de estigmatización social en el sistema prostitución porque su conducta está naturalizada, biologizada por su “necesidad sexual”. Ésta es la piedra angular para entender su invisibilidad, les hemos convertido en víctimas, en víctimas de su naturaleza y por lo tanto les hemos quitado la responsabilidad de sus actos, no pueden controlar las respuestas que producen sus hormonas, su bioquímica, la rebelión interna de sus espermatozoides.

Joseph Vicent Marqués nos señala que “el cliente es una figura que se da por supuesto, pero del que poco se habla ¿por qué?, porque cae dentro de las expectativas de la conducta masculina (...) existe una variedad de actitudes sociales ante el asunto, pero la tolerancia hacia el cliente prevalece sobre las demás”.

Bueno, ésta ha sido la tradición heredada culturalmente creada por las sociedades patriarcales, los mitos y leyendas construidos para reproducir y reforzar la defensa tradicional de la supremacía masculina basada en el razonamiento determinista biológico, en la interpretación interesada del dimorfismo sexual, en el que se ha incluido también la esfera de la sexualidad. Es la justificación a los actos de los dominantes.

No hay nada más planificado, voluntario y racional que la conducta del prostituidor, ¿por qué? Porque su conducta está limitada por factores externos, estos factores son fundamentalmente dos, la disposición de tiempo y de dinero, con ello ya podemos proceder a la acción que variará en función de la tipología de prostitución seleccionada, medio abierto y medio cerrado. ¿Es entonces la conducta del prostituidor natura o nurtura?, es claro que no es innata sino adquirida, no es necesidad sexual diferenciada sino voluntad individual.

Es precisamente la voluntad individual la que impide la tipologización del prostituidor, no hay rasgos característicos ni definitorios que nos permitan hablan de la categoría prostituidor. Si realizamos una sencilla operación matemática podremos comprobarlo cuantitativamente.
A Cojamos la cifra en que se cuantifica el número de mujeres prostituidas en España (es aproximada): 300.000
A Multipliquémosla por tres servicios diarios cada una: 900.000
A ¿Cuántos servicios en una semana? (vamos a multiplicar solo de lunes a viernes ya que los fines de semana disminuyen): 4.500.000
A ¿Cuántos servicios al mes?: 18.000.000
A ¿Cuántos servicios al año? (quitando fiestas, Semana Santa, vacaciones de verano y Navidades, son diez meses): 180.000.000

Escalofriante ¿no?, entonces ¿hay una tipología de prostituidores?. No. Cualquier hombre es un potencial prostituidor.

No hay nada más cultural que la conducta del prostituidor, transmitida, aprendida e integrada en su repertorio de conductas, porque se han socializado con la tradicional ideología masculina. Su conducta está tan integrada que ha pasado a formar parte del mundo del trabajo y del ocio. Del trabajo porque parece que es la rúbrica a un contacto empresarial o la firma de un negocio. De ocio porque se ha integrado dentro de la ruta del ocio como un elemento más, necesario para el disfrute del tiempo libre. Pero esta conducta tiene una característica, es silenciada en el entorno más próximo, es comentada y compartida exclusivamente con los que se saben prostituidores activos, la experiencia pasa a ser un elemento integrador grupal, de pertenencia, se comparte esa experiencia transgresora, pero aún cuando se comparte, la realidad se deforma, se informa de las consecuencias (fue divertido, la mujer era... hicimos... me hizo... sentí... me entraron... duró...) y no de las causas, se comparte el exterior y no el interior, la masculinidad y no la individualidad.

La conducta del prostituidor responde al Síndrome de The Centerfold, este síndrome es una penetrante distorsión en la forma en que los hombres aprenden a pensar sobre las mujeres y la sexualidad. No es un síndrome clínico formal. Tiene cinco elementos: voyeurismo, cosificación de las mujeres y sus cuerpos, validación de la masculinidad, trofismo (comparación de la masculinidad con otros hombres) y miedo a la intimidad.

Ahora voy a parar, ya no voy a ser yo la que hable sino ellos, los prostituidores, a los que hemos entrevistado para conocer su ser y hacer. Pero antes un dato más para acercarnos en la imaginación a la realidad, para entender la esencia, de qué se trata.
En la investigación realizada sobre el prostituidor hicimos 100 observaciones, es decir, observamos a cien prostituidores que habían elegido la prostitución en medio abierto y sólo quiero revelar un dato, la duración del contacto. La moda son 5 minutos, es decir, es el valor más repetido de la muestra, el tiempo de duración del contacto sexual que ha empleado el mayor número de personas.

De las entrevistas en profundidad estructuradas mantenidas con 15 prostituidores, uno de los primeros aspectos que nos sorprendió es que ante la pregunta general de opinión ¿qué piensas sobre la prostitución?, todos manifestaron una actitud más que una opinión. Una actitud de defensa del “yo como prostituidor”, sus respuestas han sido sus justificaciones, así las podemos agrupar en dos fundamentalmente:
A se justifica su “hacer” porque otros están, y además están de manera libre, como un trabajo más, es una opción laboral que la mujer elige libremente para vivir, es un derecho de las mujeres.
o “Yo veo bien que se ganen la vida de alguna manera, sin hacer daño a la gente claro, porque yo no veo que hagan daño a la gente ni a nada” (Antonio, 54 años, divorciado, con tres hijos, con pareja en la actualidad, se inicia sexualmente a los 19 años con una mujer prostituida en un club. Ahora su tipología principal de prostitución es abierta y acude tres veces al mes)
A se justifica su “hacer” por ser el propio prostituidor una víctima de su condición de hombre, por ser dependiente de su naturaleza (necesidad sexual) y no de su voluntad.
o “La prostitución es absolutamente necesaria. Es algo absolutamente necesario en esta sociedad y en las futuras, puesto que evidentemente si no existiera prostitución vendrían graves consecuencias de represión psicológica (...) los hombres tienen unas necesidades fisiológicas muy fuertes, la eyaculación” (Jose Luis, 56 años, divorciado. Acude por primera vez a la prostitución a los 25 años. Hoy su tipología de prostitución es cualquiera, acude dos veces a la semana)

Cuando les preguntamos la opinión sobre ellos como clientes y sobre los otros clientes, todos han calificado y clasificado a los clientes, han diferenciado entre “malos clientes”, en donde están los otros hombres, y “buenos clientes”, en el que se incluye siempre el entrevistado.
o “Pues hombre hay auténticos cerdos, yo no, (...) Hay auténticos cerdos que utilizan los servicios de estas personas y estas personas tienen su dignidad, esta gente que ejerce la prostitución” (Fernando, 50 años, casado y con un hijo. Su primer contacto con la prostitución es a los 27 años. Utiliza la prostitución cerrada, acude tres veces a la semana)
o “Hay personas que son prudentes y vienen aquí a desahogarse como Dios manda y...hay otros que vienen aquí nada más que... ha hacer sufrir a las personas, que es muy diferente venir aquí a desahogarse y otros que vienen aquí a hacer perrerías” (Jorge , 77 años, acudió por primera vez a los 18 años. Su preferencia en tipología es abierta y su frecuencia ‘cuándo puede porque el aparato está hecho polvo’, acude con un sobrino)

Curioso fue encontrar que la mayoría de los entrevistados identifican el ejercicio de la prostitución “obligado” a la condición de ser mujer inmigrante, no aceptan el tráfico y declaran no haber estado nunca con mujeres traficadas a pesar de haber estado todos con inmigrantes. Aquí están algunas respuestas, curiosas, contradictorias todas ellas:
A “Yo normalmente prefiero extranjeras, me gustan las rusas, las ucranianas, subsaharianas, marroquíes, colombianas, brasileñas (...) no, no he estado con mujeres traficadas” (Pedro, 47 años, separado pero en la actualidad con pareja estable, conviven. Su primer contacto es a los 34 años. Acude con una frecuencia de dos a cuatro veces al mes, a cualquier tipología de prostitución)
A “De las chicas que hay aquí en la Casa de Campo ninguna está traficada, no, porque yo conozco a esas mujeres, yo conozco a estas polacas que yo las veo buenas chicas” (Jesús, 40 años, soltero sin pareja. Se inicia en el contacto con la prostitución a los 23 años. Prefiere la prostitución en medio abierto y acude una vez al día)
A “Yo hablo mucho con ellas y tal, de muy buena onda, y muchas veces lo que me dicen es que pues que vienen...bueno son muy reacias a hablar de ello, muy, muy, muy reacias porque tienen miedo de verdad, pueden llegar a enseñarte lesiones y todo, patadas en el vientre y barbaridades” (Juan, 31 años, soltero sin pareja. Se inicia en el contacto a los 27 años. Acude a prostitución cerrada una vez al mes)
A “Hay unas que están obligadas a hacerlo por las mafias que hay y las historias que hay (...) yo les pregunto mucho y me dicen que las obligan, tiene que pagar lo del viaje que les ha costado venir aquí o lo que fuera y ya está, tienen que hacerlo por cojones” (Alejandro, 32 años, separado, sin pareja. Se inicia a los 16 años. Prefiere la prostitución abierta y acude cada quince días)

Si una de las razones de ser prostituidor es la ausencia o insatisfacción sexual, oigamos que dicen de ello:
A “Yo no he sentido un placer especial haciéndolo con una prostituta....lo único que la prostituta te ofrece un tipo de servicios que tu novia no está dispuesta a hacer” (Javier, 35 años soltero, sin pareja. Se inicia a los 35 años. Prefiere la prostitución cerrada, acude una vez por semana)
A “Una mujer que no se dedica a la prostitución y eso, pues lo haces con ella y...lo haces mejor que con estas, está más claro que el agua, lo haces más a gusto, más todo (...) Es preferible estar con una de las otras antes que con una de estas (...) te da otra satisfacción estar con una mujer que no es prostituta que estar con una de la calle “ (Jesús, acude una vez al día)
A “Siempre ha sido más satisfactorio con alguien por cariño, he tenido siempre mucha más satisfacción y me han enseñado más cosas de eso (...) hoy en día las prostitutas de sensibilidad y artes amatorias no tienen ni idea” (Pedro, dos a cuatro veces al mes)
A “Es menos placer con una chica de éstas porque no...no puedes ni besarla, ni la puedes agarrar. No, no son cariñosas” (Alejandro, cada quince días)

Sobre el daño derivado del ejercicio de la prostitución:
A “Está bien que la persona cobre por prestar unos servicios, aunque haya muchas veces que lleguen a otras secuelas bastante negativas o destructivas, incluso hasta la muerte”. (Carlos, acude con una frecuencia de tres veces a la semana)

A “Me ha pasado de ponerme en el papel de ella y entonces no se me sube ni de coña, por eso normalmente vas bebido, pierdes un poco la conciencia pues te pones..., hombre, algunas si las vemos alegres y contentas y tal, porque son realmente profesionales y no se les nota, pero te imaginas...es una situación humillante, no?, es humillante, o sea, entonces prefiero no ponerme en el papel de ellas porque entonces no doy pie con bola”. (Pedro, acude con una frecuencia de dos a cuatro veces al mes)

Elección de la mujer prostituida.
A “No hay nada más excitante que poder encontrar una chica con la clase de atributos físicos con los que sueñas”. (Pepe)

A “Les miras la cara y luego el culo”. (Andrés)

A “Las elijo por las características del anuncio, por lo que pone del cuerpo, medidas de pecho... la edad”. (Julio)

A “Busco tener un buen sexo con jóvenes atractivas”. (Antonio)

A “Me gustan jóvenes, hasta un máximo de 25 años, claro, pero he estado hasta con personas de 50, pero... me quedo hasta el tope de los 25 que es el que mayor prototipo de absorción tiene porque es más fácil de adaptar a la prostitución”. (Vicente)

Valoran como negativo las circunstancias en las que las mujeres ejercen la prostitución, pero ellos sin embargo, mantienen su acción como clientes, sin renunciar a acudir a la tipología de prostitución con la que se muestran en desacuerdo.
A “En las plazas, eso es fatal, eso es como si fuera un rodeo de ganado y eso es otra de las cosas que tienen que estar prohibidas. Insisto, la mujer que se dedica a la prostitución es buena gente y hay que tenerla respeto (...) cuando voy doy una vuelta a la plaza de toros y entonces, bueno, pues elijo una chica... me voy a tomar una copa con ella, y allí empieza el punto, si es agradable, si intercambiamos impresiones... si ya hemos hablado las cosas pertinentes, subimos ”. (Fernando)

A “Cuando vas a un piso y la encargada te enseña las chicas para que elijas con la que quieres tener contacto me siento igual que en el mercado que el comprador va a elegir la pieza que se va a llevar a casa o la pieza que compra para lo que sea, es el momento más desagradable e incluso es tan desagradable que preferiría que cada vez que voy hubiera una sola chica para no pasar por el mal trago de tener que elegir la carne fresca”. (Javier)

¿Por qué?
“Porque ejerces una parcela de poder, cuando tú estás ante una mujer joven (...) A mi edad ya me correspondería una maruja de 50 años y de repente se encuentras en tus manos una periquita de 25, hermosa, durita, etc.” (José Luis)

Con esta breve exposición y sus voces podemos comprobar las contradicciones de su pensamiento y conducta.

Sólo una reflexión para finalizar, si los prostituidores manifiestan que en el encuentro con una mujer prostituida se saben engañados por ellas respecto a sus sentimientos, placer sexual y halagos hacia ellos, si además el contacto es efímero, si ellos se saben no exclusivos, si el sexo lo disfrutan más con las “otras”, si no las encuentran como “maestras” en la disciplina sexual, si......... ¿por qué hay hombres prostituidores?.


Según señala Leonor Nuñez, no se trata de una relación mercantil con un cliente a quien se presta un servicio, sino del consumidor de un bien, siendo el bien consumido la persona prostituida, una mujer en prostitución, una mujer, un ser humano.

jueves, 14 de mayo de 2009

Declaración Feminista autónoma

El desafío de hacer comunidad en la casa de las diferencias


http://feministasautonomasenlucha.blogspot.com/

Largo ha sido el camino para llegar hasta el lugar en donde nos encontramos hoy. El feminismo que nos nuclea ha sido forjado por muchas manos, actuancias y sueños. Gracias a quienes han obrado antes que nosotras podemos hoy saber lo que queremos y lo que no.

La autonomía feminista no tiene un único inicio. Su genealogía se construye en el antes y el después, en la historia pasada y en los actos y elecciones que hacemos en el día a día. La utopía se construye en nuestro presente, se nutre de cada uno de los actos individuales y colectivos en donde somos capaces de generar, a partir de lo ya hecho, nuestra propia idea del mundo y las prácticas y los principios necesarios para transformarlo.

Nuestra autonomía feminista es una postura ante el mundo más que un legajo unívoco de preceptos. La autonomía no se alimenta de dogmas ni mandatos, porque ella escapa a toda regulación y a todo intento de sustraernos de nuestra singularidad y responsabilidad como sujetas históricas comprometidas con otras formas del hacer y del estar en lo íntimo, lo privado y lo público.

La multiplicidad de experiencias que nos atraviesan -a las que nos hemos reunido aquí- dan muestra de lo que hablamos.




Hemos llegado por diferentes vías a este espacio-vida de la autonomía feminista. Algunas más tarde, otras más temprano, algunas por laberintos que nos perdieron por un tiempo…hasta que… el caldo de la crítica sobre el mundo y sobre nosotras mismas cuajó y nos atravesó como un rayo. Así, de las formas más insospechadas y gracias a la experiencia acumulada, hemos podido hacer una crítica radical y madura no sólo del mundo en que vivimos, sino también de la política necesaria para cambiarlo.
Reconocemos esta multiplicidad de experiencias-saberes como uno de nuestros mayores potenciales, a la vez que reconocemos con tesón las producciones y actuancias que nos unifican. Coincidimos en unos mínimos comunes que son los que nos hacen sentir convocadas y contenidas por el posicionamiento político que convenimos en nombrar como Feminismo Autónomo.

En nuestra genealogía recogemos todas las formas de resistencia activa de nuestras ancestras indígenas y afrodecendientes; el legado del feminismo radical de los años setenta; las experiencias tempranas de los grupos de autoconciencia; las prácticas del affidamento y de concesión de autoría creativa entre mujeres de las feministas italianas de la diferencia; el feminismo situado, descentrado y antirracista del movimiento de mujeres latinas, chicanas y de color en los EEUU que ha tenido su continuidad en Latinoamérica y el Caribe; los aportes de las lesbianas feministas en lucha contra el régimen de la heterosexualidad obligatoria opresivo para todas las mujeres; el reconocimiento de las mujeres como categoría política y no natural tal cual nos lo enseñaron las feministas materialistas; y, mucho más cercanas, nos sentimos herederas de esa parte de la generación de feministas de los setenta que a finales de los ochenta no estuvo dispuesta a abandonar sus aspiraciones de transformación radical de la realidad y anunció los peligros del nuevo pacto entre una parte importante del feminismo con la cooperación internacional, el sistema de Naciones Unidas, el Estado y sus instituciones.

Reconocemos en las producciones tempranas de las Cómplices, del Movimiento Feminista Autónomo y del feminismo popular de Chile, de Mujeres Creando de Bolivia, de Atem de Argentina, los primeros aportes concretos en la definición de los postulados-base sobre los que se articularon las diferentes experiencias y proyectos políticos reunidos bajo el paraguas del Feminismo Autónomo en ocasión del VII Encuentro Feminista LAC y que dieron lugar a una primera declaración feminista autónoma: “Permanencia Voluntaria en la Utopía”.



Varias compañeras forjadas bajo estas experiencias que se articularon en el encuentro de Chile del 96, nos hemos dado cita hoy aquí para seguir construyendo con nuevas generaciones de feministas autónomas los actuales retos que se nos plantean ante las nuevas formas del patriarcado, el capitalismo, el racismo, el etnocentrismo, el régimen heterosexual. Reconocemos en nuestra historia el rol de estos espacios y proyectos colectivos que no sólo han continuado el legado sino que se han implicado activamente en la construcción y revisión permanente de las bases discursivas y activistas de la propuesta autónoma: a las Próximas, las Chinchetas, las Clorindas, Enlace Lésbico, Memoria Feminista, entre otros.

Desde estas bases y recorridos múltiples, hoy podemos sostener que el Feminismo Autónomo es una propuesta ética, política y de transformación del mundo todo desde las mujeres, para nosotras mismas y para toda la humanidad.

La autonomía es sobre todo y siempre un acto de profunda disidencia contra toda lógica de dominio, es contra-hegemónica, es relacional. Nuestro pensamiento busca desarticular las cárceles de los paradigmas hegemónicos, todos ellos patriarcales, occidentales y capitalistas, que son capaces de mantener el pensamiento dentro del límite de la utilidad.

Las feministas autónomas lo hemos sido en relación a aquellas prácticas políticas que en cada nueva coyuntura han intentado acomodar al feminismo a una razón pragmática dispuesta a claudicar en el intento de cambiar la vida toda, a cambio de una inclusión que siempre será parcial, y privilegios que siempre serán de sexo, clase, raza, sexualidad, origen y normatividad. El feminismo que nos congrega se reconoce en cada gesto de oposición radical ante las formas innumerables e interconexas de subordinación y colonización de nuestros cuerpos y subjetividades; se reconoce en cada pequeño intento de producción en el aquí y en el ahora, de nuevas formas de vida alejadas de las esperadas para las mujeres y los grupos oprimidos.

Ante el nuevo contexto internacional y sus expresiones y particularidades locales, las que nos sentimos convocadas a este Encuentro Feminista Autónomo evidenciamos el recrudecimiento de los efectos del neoliberalismo sobre la vida de millones de mujeres y pobres del mundo, evidenciamos la militarización progresiva, el aumento de la violencia estructural y la vulnerabilidad de grupos enteros de la población; la depredación irresponsable y privatización de la tierra, el agua y las fuentes de recursos naturales; la primacía de una ciencia normalizadora y mercantilista al servicio de los grandes capitales, la prevalencia de un pensamiento eficientista, demagógico, cuantitativista; la cooptación, persecución y el intento de aniquilación de los discursos más radicales de los movimientos y propuestas transformadoras por parte de los gobiernos, la cooperación internacional y los espacios transnacionales donde una elite experta separada de los movimientos y de la vida subalterna produce los discursos, las recetas y las agendas de las políticas locales.

En nuestros cuerpos habitan múltiples identidades – trabajadoras, indígenas, afrodescendientes, mestizas, lesbianas, pobres, pobladoras, inmigrantes… – Todas nos contienen, todas nos oprimen. Lo que nos aglutina no es una identidad, si no un cuerpo político, una memoria de agravios. La subordinación común ha sido marcada en nuestros cuerpos, esa marca imborrable nos constriñe a un lugar específico de la vida social. No somos mujeres por elección, mujer es el nombre de un cuerpo ultrajado, forjado bajo el fuego. Mujer es el lugar específico al que nos ha condenado el patriarcado y todos los otros sistemas de opresión. Nuestra política feminista no es, entonces, reinvindicativa, ni de reconocimiento. Trabajamos cotidianamente para enfrentar las cadenas internas y externas que nos mantienen en aquellos lugares dispuestos para nosotras por el entramado de poder.

Estamos en el proceso de sanarnos de todo el patriarcado y las razones binarias, esencialistas y hegemónicas que llevamos dentro. Partimos de nuestros cuerpos que son nuestros territorios políticos para implicarnos en procesos de descolonización y advertimos que la colonización no sólo tiene que ver con la presencia del invasor en las tierras del Abya Yala, si no con la internalización del amo y sus lógicas de comprensión del mundo.

Nuestro feminismo cree en la construcción de movimiento, mete los pies en el fango hasta que ya no nos deja respirar. Bajo la firmeza de nuestras convicciones nos encontramos con quienes como nosotras quieren cambiar el mundo, y con quienes aun no han encontrado su propia fuerza para embarcarse en este cambio. A ellas y ellos también queremos llegar y contarles nuestras mayores esperanzas.

El feminismo autónomo no es autista, no puede recluirse y aislarse pretendiendo una pureza que no existe. El valor y la fuerza de nuestras convicciones se pone en juego en nuestra osadía, en nuestra constante capacidad de rehacernos y en nuestra irreverencia.

No estamos en todos los espacios, hay lugares tan viciados que no dejan resquicios para la acción… pero las calles ¡son nuestras! El barrio, la comuna, la plaza, los pasillos de la universidad, el colectivo… ¡son nuestros! Allí vamos con nuestras tenacidades y flaquezas… con nuestros anhelos.

No estamos adentro ni afuera. Somos fronterizas, somos ex-céntricas!

Proponemos, contagiamos y construimos el mundo que queremos sabiéndonos y asumiéndonos responsablemente parte de él. Sabemos que las instituciones nos atraviesan, que el afuera no es un lugar, todo es Dentro. Apenas, hacemos del espacio marginal al que nos han confinado un lugar de experimentación y de fuga, hacemos de la periferia la fiesta de la imaginación, de la creatividad, del placer, del encuentro…. La risa es nuestra mejor herramienta. Nos arriesgamos a vivir embriagadas, a imaginar otras formas posibles de habitar el mundo, mientras nuestras risas lanzan dardos contra los regímenes de la heterosexualidad obligatoria, la familia monogámica, el patriarcado etnocentrista, racista y capitalista.

Erramos, nos caemos y volvemos a levantarnos; con el dolor de los aprendizajes forjamos la felicidad que construimos y habitamos. Nos sabemos siempre en proceso, siempre en tránsito. Nos encontramos con las otras y con los otros, hacemos articulaciones estratégicas y coyunturales, siempre atentas a nuestros principios y con nuestra ética como guía, sabemos el límite entre el intento de establecer alianzas y la cooptación. Como fugitivas de las lógicas hegemónicas, sabemos muy bien cuándo llega el momento de escabullirnos por las rendijas de nuestros sueños.

Damos cinco pasos y parece que volvemos al mismo lugar… nuestras huellas trazan la espiral que ya dibujaron nuestras antepasadas desde tiempo remotos. No hay nada nuevo, pero ¡Cuánta belleza! Cuánta hermosura apenas vista, apenas imaginada, apenas puesta ahí por nuestros pasos.
El mundo que queremos es el que hacemos cada día cuando compartimos las tareas y nuestros dones, cuando reconocemos en cada una la maravilla y contribuimos a que esta crezca y nos desborde. El mundo que hacemos reconoce la autoridad en la capacidad de autoría de cada una; la concesión de autoridad es de doble vía. Podemos reconocer en las madres un cúmulo de tesoros que son la base que aseguran el hacer de la nueva generación; pero reconocemos también lo inaudito de cada nuevo ser, de cada nuevo trayecto. La frescura, la vitalidad es una virtud que nos recuerdan y nos contagian las que nacen. La niña nos recuerda lo que hemos olvidado. La memoria no se acumula linealmente y cada nueva generación y cada nueva sujeta, una por una, tiene en sus manos su destino y ya sabrá interpretar las experiencias y creaciones anteriores a ella, ya sabrá usarlas para interpretar su presente, escuchará las historias y con ellas soñará y construirá otros mundos. Reconocerá muchas madres, muchos legajos, y su autonomía la llevará a construir algo nuevo con todo ello, algo que será en parte nuestro pero que nos supera. Cada hija, cada nueva generación deberá aprender a traer el mundo al mundo. Agradecida seguirá su propia ruta; reconociéndose a sí misma, sabe que ella también puede hacer su aporte con lo que le han dado.
Del feminismo autónomo que hemos bebido hemos aprendido que la política no es administración ni redistribución de privilegios. Cuando la política se vuelve trafico de influencia, concesión de favores, gestión de indultos, de permisos, carrera por el bienestar personal y del propio grupo… pierde todo su sentido y su valor. La tecnocracia de género es un invento de los Estados y de las instancias superestatales que les determinan; la carrera de administración del género es lo que hacen las instituciones con nuestras luchas. Hacer funcionar bien al Estado no es nuestra competencia! Nosotras construimos comunidad, construimos movimiento. El Estado tiene un rol que cumplir, nosotras tenemos otro: combatirlo. El Estado tiene su función de gerenciar lo instituido, nosotras como movimiento somos la garantía de la desestabilización permanente de sus estructuras viciadas. Si la institucionalización es inevitable, nuestra función es indispensable para el dislocamiento y la aparición de fisuras y vías de fuga a la actuación del poder. Sin nuestra acción no hay salida posible, no hay historia. Comprendiendo esto, la autonomía feminista hace una opción por la subalternidad, por la contrahegemonía.

Nuestros sueños no caben en este mundo, ni en las lógicas que lo sostienen.

No queremos humanizar lo inhumano, no pretendemos hacer “lo posible” porque “lo posible” demostró hace ya mucho tiempo que es injusto, insuficiente y reproductor de lo mismo. Las vidas que construimos son un peligro para la normatividad compulsiva y necesaria. No queremos ser “incluidas”. Rechazamos la “normosis” porque es una enfermedad social y política que mata los sueños y las revoluciones.

Somos la oscuridad y la barbarie del proyecto moderno, somos fuente de energía alternativa, amamos la noche y la usamos para rearticular razón, pasión y poesía, hace tanto tiempo separadas. Nuestros corazones laten al ritmo del universo, estamos aquí, somos nuestros pasos, somos lo que hacemos con lo que nos han hecho. Nuestros cuerpos no nos condenan, ellos son el resultado de los experimentos de la razón, han sido flagelados, colonizados, empobrecidos, racializados, generados, heterosexualizados… pero ay, nuestra voluntad igual que nuestro amor, es grande.

Una inagotable energía nos conforma, nos reestablece, nos resguarda. El aliento nos llega desde tiempos remotos, el aliento nos llega del encuentro con otras. Somos pasado, presente y porvenir, todo en un mismo y amplio espacio, ese espacio en permanente construcción, en permanente cambio en donde accionamos, creacionamos y activamos nuestros sueños de hacer de éste, otro mundo.

Encuentro Feminista Autónomo Marzo 2009 - Ciudad de México

miércoles, 13 de mayo de 2009

Vitória merecida do MST / RS!



marian pessah por mulheres rebeldes
Fotos http://www.flickr.com/photos/marianapessah/sets/72157618066532936/

primero em lengua brasilera

Após 9 dias de greve de fome em 4 pontos do estado do Rio Grande do Sul e alguns bloqueios de rodovias, o Ministério Público Federal, disfarçando com o nome de acordo, levantou a ordem de despejo do acampamento Jair da Costa, localizado no município de Nova Santa Rita e se comprometeu a assentar as famílias. Cem no prazo de um mês e as restantes, cerca de 160, antes do fim do ano.

Dois dias antes, pela primeira vez, Luciana e Leandro deram entrevistas para a TV mostrando a cara. Com esse gesto demonstravam, mais uma vez, que estavam dispostxs a tudo!
Há vários dias vinham com uma firmeza arrepiante afirmando que não sairiam. Estão acampados naquelas terras há 3 anos, vivendo sob a lona preta, quase 300 famílias que resistem e lutam pela reforma agrária, pela dignidade e pelo direito de ter um pedaço de terra onde plantar e produzir. Decidiram defender essa conquista com unhas e dentes. Ficaram entrincheiradxs, cercando todo o terreno com estacas de taquaras pontiagudas para impedir a entrada dos cavalos da brigada.
Para saber mais e ver fotos :
http://radicaldesdelaraiz.blogspot.com/2009/04/apesar-de-voce-o-mst-continua-na-luta.html

Ontem, terça, 12 de maio, estava marcada uma audiência na sede da Justiça Federal em Canoas. Xs compas já vinham preparando o terreno e ali era um dos 4 pontos onde estavam fazendo greve de fome. Cada vez que alguém entrava ou saía do prédio da Justiça Federal, era obrigada a se deparar com essa realidade, elxs estavam se convertendo em pesadelo, a mosca na sopa da justiça. Já não era através da imprensa institucional, conivente com o que o poder quer ver e mostrar para continuar no seu trono. Agora, a fome e a luta tinham rostos, bandeiras e estavam decididxs a morrer se fosse preciso, porque como diz um de seus refrãos: “prefiro morrer lutando, que morrer de fome”.

A felicidade tinha hora marcada.
Levantaram a ação de despejo! Se abraçariam horas mais tarde e dançariam nas ruas. Outrxs já punham mãos a obra e começariam a levantar o acampamento de dias de vida na calçada.
É uma vitória histórica, sem dúvida, e muito emocionante!!

Cheguei duas horas antes da audiência começar. Abraços e sorrisos, muita alegria ainda que muita tensão pairasse no ar. Fotos, conversas, chimarrão. Muito cansaço em alguns olhares, muitxs apoiadorxs do Movimento que, como eu, estavam ali demonstrando que essa é um luta para valer, para vencer. Que essa luta é de toda a sociedade.

Em seguida chegou Claudia, a advogada, era hora de subir para a audiência. Luciana propôs axs apoiadorxs para também tentarem subir, sabendo que era pouco provável que nos deixassem entrar. Isso sucedeu a apenas um metro e meio do local, uns policiais bem parrudos repetiam apenas que não, que não. Frente a tanta negativa perguntei se jornalistas podiam passar. Então viria um homem especialmente para me acompanhar, a mim! Esta sociedade adora nos dividir, cavar diferenças entre umas e outras pessoas, inventar hierarquias e títulos.
Ao sair do elevador o clima podia se cortar com faca. Muito terno e gravata, e eu tentaria convencer Gabriela, que atendia a imprensa, a me permitir tirar uma foto lá dentro. A negativa era contundente, apenas 5 pessoas entrariam, o juiz não queria mais ninguém.
Mas as pessoas querem ver, e nós queremos informar, mostrar imagens. Um pouquinho depois me deixaria passar.
No tempo da espera, quando perguntávamos ao pessoal de segurança como a coisa estava andando, diziam, “por enquanto bem”, dando a perceber que estavam preparados para quando deixasse de “estar bem”. Lógico, é seu trabalho, garantir a segurança do sistema.
Após aproximadamente uma hora e meia aparece Claudia, sai para levar uma proposta ao movimento e esclarece que não quer imprensa. Ao vê-la chegando levantam os punhos gritando: Pátria Livre, venceremos! É um momento de muita emoção.

Organizam uma reunião, desta vez sem microfone, e Claudia explica a proposta. Dois pontos que foram descartados, o terceiro não parecia tão conciliador: se levantaria a ação de despejo e as famílias seriam assentadas, tinha cara de Vitória. O único ponto discutível é o de que não poderiam entrar novas famílias no acampamento.
Rapidamente se dividiram grupos de discussão, dando direito de palavra a todo mundo. As famílias discutiam, opinavam. Outro grupo, viola na mão, cantava músicas do movimento.
Poucos minutos mais tarde, punhos esquerdos se ergueriam em uma voz:
venceremos!

Claudia voltava para audiência levando as vozes multiplicadas do movimento de trabalhadorxs rurais sem terra: antes do natal, serão com terra.




¡Conquista merecida del MST!
marian pessah por mulheres rebeldes

Fotos http://www.flickr.com/photos/marianapessah/sets/72157618066532936/


Luego de 9 días de huelga de hambre en 4 puntos del estado de Rio Grande do Sul y algunos cortes de rutas, el Ministerio Público Federal, dibujado con el nombre de un acuerdo, levantó el desalojo del campamento Jair da Costa ubicado en Nueva Santa Rita y se comprometió a asentar a las familias. Cien en el plazo de un mes y las restantes, unas 160, antes de fin de año.

Dos días antes, por primera vez, Luciana y Leandro dieron reportajes por tv a cara lavada. Esto tiene un peso similar, si hiciéramos una comparación, a que el subcomandante Marcos se quitara el pasamontañas. Con esta acción demostraban, una vez más, que estaban decididos a todo!
Hacía varios días que venían con una firmeza escalofriante, diciendo que no saldrían de allí, hace 3 años que están acampados, viviendo debajo de las carpas de nylon negro, casi 300 familias que resisten y luchan por la reforma agraria, por la dignidad y el derecho de tener un pedazo de tierra donde plantar y producir. Decidieron defender esta lucha con uñas y dientes. Se atrincheraron, rodearon todo el espacio con cañas puntiagudas para impedir la entrada de la policía montada. Para leer más y ver fotos :
http://radicaldesdelaraiz.blogspot.com/2009/04/apesar-de-voce-o-mst-continua-na-luta.html


Ayer, martes 12 de mayo, había una audiencia en la Justicia Federal. Lxs compas ya venían preparando el terreno y era allí uno de los 4 puntos en lo cuales estaban haciendo la huelga de hambre. Cada vez que alguien entraba o salía del edificio de la Justicia Federal, debía ver la realidad, se estaban convirtiendo en sus pesadillas. Ya no era a través del periodismo institucional, complaciente con lo que el poder quiere ver y mostrar para continuar en su trono, ahora el hambre y la lucha tenían rostros, banderas y estaban decididxs a morir si hacía falta, porque como dice un lema del movimiento, “prefiero morir luchando, que morir de hambre”.

La felicidad tenía hora marcada.
¡Levantaron el desalojo! Se abrazarían horas más tarde y bailarían en las calles. Otrxs pondrían manos a la obra y comenzarían a levantar el campamento de días de vivienda en la calle.
Es un logro histórico, sin dudas, y muy emocionante!!

Llegué dos horas antes de la cita. Abrazos y sonrisas, alegrías a montones anque mucha tensión en el ambiente. Fotos, charlas, mates. Mucho cansancio en algunas miradas, muchxs apoyadorexs del Movimiento, que al igual que yo, estaban ahí demostrando que esta es una lucha para valer, para vencer. Que esta es una lucha de toda la sociedad.
Al rato llegó Claudia, la abogada, era hora de subir a la audiencia. Luciana nos propuso a lxs apoyadorxs, q intentáramos subir también, sabiendo q era muy probable que no nos dejaran entrar. Eso exactamente sucedió al metro y medio de avanzar, unos policías bien grandotes sólo repetían que no que no que no. Ante tanta negativa le pregunté si periodistas podían pasar. Vendría un hombre especialmente a acompañarme, ¡a mí! A esta sociedad le encanta dividirnos, estructurarnos, escarbar entre las diferencias entre unas personas y otras, inventar títulos.
Al salir del ascensor, el clima se cortaba con un cuchillo. Mucho traje, mucha corbata, y yo intentaría convencer a Gabriela, quien atendía al periodismo, para que me dejara sacar una foto adentro. La negativa era contundente, sólo 5 personas entrarían ahí, el juez no quería a nadie más.
Pero la gente quiere ver, y nosotrxs informar, mostrar. Al ratito me dejaría pasar.
En el rato de espera, cuando le preguntábamos al personal de seguridad cómo estaba la cosa, decían “por ahora bien”, dejando ver que estaban preparados para cuando dejara de estarlo. Es su trabajo.
Luego de una hora y media, aproximada, sale Claudia, va a llevar una propuesta al movimiento y aclara que no quiere prensa.
Una vez abajo, empiezan a levantar los puños gritando Patria Libre, venceremos, re emocionante!
Hacen una reunión, esta vez sin micrófono, y explica la propuesta. Hubo dos puntos que fueron descartados de plano, el tercero no parecía muy conciliatorio, se levantaría el desalojo y las familias serían asentadas, tenía la cara de la Victoria. El único punto discutible, es que no pueden entrar familias nuevas al campamento.
Rápidamente se armaron varios grupos de discusión, dando la posibilidad de la palabra a todo el mundo. Las familias discutían, opinaban y otro grupito, guitarra en mano, cantaba músicas del movimiento.
Pocos minutos más tarde, los puños izquierdos se erguirían en una voz unánime,
venceremos!

Claudia volvía a la audiencia llevando las voces multiplicadas del movimiento de trabajadorxs rurales sin tierra, antes de la navidad, serían con tierra.


.